Mi padre, yo, mi hija
Yo pude estudiar fuera de casa, Filosfía, y en vez de preparar oposiciones monté mi empresa de gestión cultural cuando mi hija sólo tenía un mes de vida. Y durante años trabajé muy duro y la empresa generó bastante. Compré también una casa en Oviedo (por mi marido y por eso de invertir, ya sabemos). No tuve ningún problema para que un banco me concediera la hipoteca.
Ahora, esos directores me llaman para preguntarme cuándo voy a pagar las dos cuotas del mes. Mi hija cumple 13 años y me tiro de las pestañas cuando pienso en su futuro. No sé si podré pagar sus matrículas ni sus masters. No sé si podré ayudarla con una Erasmus en Lieja o Colonia. No sé, siquiera, si podré pagarle las clases de guitarra eléctrica y la piscina. Ahora mi padre, jubilado, me da dinero cuando lo necesito y me dice que él nunca gasta su pensión y tiene ahorros para sus hijos si les hace falta. Y yo me siento la hija más tonta de los cuatro hermanos porque he fracasado y no sé cuándo empecé a hacerlo tan mal. Soy una víctima más, lo sé, pero me da pavor mirar para adelante. Qué sería de este país sin los abuelos (niñeros y prestamistas). No sé cómo agradecerle a mi padre todo lo que me ha enseñado, lo que me quiere, los reyes de la niña.
(Publicado en El Periódico de Huelva)
Eva, yo también "sobrevivo" y los extras vienen de la pensión de la abuela. No te preocupes de tu hija, de sus matrículas y sus másters, eso vendrá solo. A mí lo que me preocupa es que mi hija no sabe como sobrevivir una crisis económica como yo.
Yo también crecí en una familia como la tuya, en donde se pagaban las letras y se planeaba el presupuesto hasta la última peseta. Esta crisis actual me transporta a aquellos tiempos, y a veces incluso soy feliz cuando tengo que remendar algún leotardo, cuando compro todo de oferta o cuando raciono las cebollas. Soy feliz. Pero me temo que mi hija no sabrá nunca ni hacerlo, ni ser feliz intentándolo.
PD Intenta pagar esas cuotas