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SU CARTERA - (V)


Un visitador médico ha ligado con una cartera preciosa y comienza la convivencia de la pareja. Una vida en común de trabajo, ocio y algún repunte de celotipia ante la irrupción del ordenador portátil. Va pasando el tiempo y la cartera, como todo ser vivo, envejece y enferma, por lo que el visitador tiene que ingresarla. Tras dejarla pasea por el mercado y reflexiona -meras chorradas- sobre el mundo de las ventas. Cuando intenta recuperarla ...

La escalera era muy empinada. Abrió una mujer de unos treinta y cinco, pero que aparentaba más por despeinada y desaseo general. Le explicó la situación:

- El dueño es mi "cuñao", que se llama Paco López y todos los días para sobre las once de la mañana en "El Comercial". Allí lo encuentra, seguro.
- Ea, pues gracias.

Ir a "El Comercial" a las once de la mañana le era difícil porque a esas horas casi siempre estaba de ruta. Tendría que buscar un hueco.

El hueco se produjo nueve días después pero, tras esperar una media hora tomando café y repasando la prensa en un velador de "El Comercial", el señor Paco López no compareció. En la mesa de su tertulia habitual ya le advirtieron que ayer "andaba un poco maluscón". Se marchó con un suspiro invocador de paciencia.

Unos días después, por fín, pudo hablar con Paco López que le dijo que no podía abrir el local porque le habían robado el coche y aunque ya habia aparecido, las llaves y otros objetos que había en la guantera, no; que de momento no pensaba cambiar la cerradura porque costaba una pasta y como iba a poner en venta el local, cuando tuviese que recibir posibles compradores, entonces la cambiaría, pero que de todas formas podía localizar a los del taller en el barrio de El Almendro, por donde la farmacia, que se habían trasladado allí y que él no recordaba haber visto la cartera cuando se fueron porque no había quedado nada en el local, y que tanto gusto y que tome mi tarjeta por si acaso, etc...

Bueno, pues vamos para El Almendro, se dijo, aunque la referencia de la farmacia le disgustó un tanto ya que era una botica cuya visita eludía por haber sido escenario de un crimen truculento. Muy cerca, de hecho unos veinte metros antes de llegar a la farmacia, vivió un médico muy bruto, ya fallecido, que cuando obtuvo el permiso de conducir y se compró un Simca-1000, años ha, si medía mal al tomar una esquina y abollaba el coche, metía la marcha atrás, le decía al auto ¿quieres esquina?, ¡pues toma esquina! y arremetía con furor. Nunca se vio coche más arrugado en la provincia.

Allí mismo vivía también el visitador más plasta de la región. Así que con estos antecedentes y algunos otros no esperaba almendras dulces de aquel almendro.

Continuará.