Sonetos de la muerte
Esta madrugada los espejos onubenses se han teñido de negro, sobre la fragilidad de la vida; ha muerto Odón Betanzos Palacios, un poeta y prosista nacido en Rociana del Condado (Huelva), considerado, por los que lo conocían, como un hombre solidario de una gran calidad humana.
Yo quisiera elogiar de su vida y obra, quizás porque hoy fue lo primero que me vino a la mente, "Sonetos de la muerte", un libro de poemas editado en el año 2000, donde subyace de manera extraordinaria su propia historia, la de un hombre que tuvo que traspasar el doloroso asesinato de su padre, por ser socialista durante la Guerra Civil Española y, la angustiosa muerte de su hijo, a los cuarenta años, en un accidente de tráfico. Acosado por esta sensación constante de angustia, Odón Betanzos, presintió su propia muerte, y escribió magistralmente sobre ella, aunque el destino le puso a su hijo en medio. Así es, que el libro está dividido en dos partes: una primera premonitoria, es un viaje por el sentimiento subjetivo que acompaña esa intuición por la propia destrucción del poeta, es como sí escribiera a la muerte desde la perenne espera entre la angustia y la duda. En la segunda parte, su sospecha se confirma y los fatales acontecimientos recorrerán por su afligida condición humana, desde un intenso dolor hasta la renovación que el paso del tiempo le permitió.
Después de "Sonetos de la muerte", su muerte sólo será en apariencias.
- II -
| La agonía en dolor que se sumerge |
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| alma ida, rompealma, como llaga, |
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| aquí me tiene en pozo que es lanzada |
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| viviendo como vivo muerto en siempre. |
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| Me reclama una voz que tal parece |
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| soplo en fuego, alta mar encadenada. |
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| y yo mismo quedo, así, en la quebrada |
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| del tajo atroz, filo ojo de la muerte. |
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| Me alcanza una obsesión de vendavales, |
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| vivo y muero como puedo siendo ala |
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| de pluma leve en el inmenso cielo. |
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| Nada en el mundo me agrada y me atrae |
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| porque la muerte me dibuja y llama. |
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| Soy yo el que se ve vivo estando muerto. |
- XX -
Ya no tiene color la golondrina
| Ya no tiene color la golondrina, |
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| ni el sol calienta, ni la fuente canta; |
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| ya el tiempo ni se mide ni levanta |
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| aires de flor en copa que se empina. |
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| Mi hijo se me fue, Dios, y cuánta inquina |
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| en cielo que las muertes va y levanta. |
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| Cuerda de esparto me ata la garganta |
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| y el alma en voz me salta y se me empina. |
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| Se me empina en soplo y me empuja al grito; |
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| su voz en muerte oigo desde muy lejos, |
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| ¡Ay! su dolor, Dios mío, tan cercano. |
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| Me veo en muerte suya y me repito |
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| como repiten su aire los espejos. |
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| Dios en aire suyo le da la mano. |
Hemos coincidido en elegir uno de los sonetos para homenajearlo.
Te pongo aqui mi enlance: http://anabell1962.spaces.live.com/?owner=1
Y verdaderamente personas así , es una pena su falta.
Un Beso.