Migrante
En primer lugar, el titular no está puesto al azar, lo escribo con toda la intención, aún consciente de que sea una falta ortográfica o un término no reconocido por la RAE. Podía haber utilizado "Inmigrante" o "Emigrante" y, no sufrir observando en mi procesador de texto, las perversas ondulaciones rojas que se instalan debajo de dicha palabra, recordándome la necesidad de cuidar la ortografía sí quiero acercarme al universo de la escritura o, aún más, cuando mi profesión es la de maestra. El tema es que yo no creo en ese límite que se marca, a veces, con las palabras, especialmente con las que definen conceptos tan extremistas como dentro o fuera. Me decido más por los matices que por el monocromático. De esta forma con un título como "Emigrante" me hubiera referido a los que salen de nuestro país y justamente está dedicado a los del caso contrario. En el supuesto de haber utilizado "Inmigrante" hubiera acertado pero, el caso es que, usando ese prefijo IN-, estaría prestándome a sus connotaciones de negación o privación. Así pues, me quedo con el de Migrante -subrayado de rojo pasión- porque define mejor a las personas que vivimos dentro de un mundo esférico y global. Cualquier otra palabra es un puro artificio humano que sólo sirve para amparar, para paliar nuestras miserias, nuestros miedos a lo distinto y para preservar nuestros privilegios.
Otra palabra relacionada con este artículo podría ser el de "Ilegal", un vocablo al que estamos acostumbrados a escuchar todos los días. Lo oímos y lo pronunciamos con cierta asiduidad pero, ¿pensamos sí ese adjetivo es usado correctamente? -ahora sí me apoyo en la RAE-.Cómo puede ser una persona ilegal. Determinadas actuaciones de los individuos pueden ser ilegales, en el sentido de que violan o transgreden lo prescrito por la ley. Sin embargo, las personas como tales no son ni pueden ser ilegales. De este modo se está desfigurando la realidad, con la única finalidad de difundir que en España el número de extranjeros se incrementa de manera acelerada y se convierte en invasión. Así, esta palabra al pronunciarla, suena a metralleta cargada de peligrosidad contra los Derechos Humanos.
Y muy relacionada con "Ilegal" y que no podría obviar en la redacción sería, quizás, el más falaz de todos los juegos de palabras: "los sin papeles". A las personas que carecen de documentación legal no sólo se les priva de su condición de sujetos, fuera de la protección de la ley, sino que se les consideran unos delincuentes. Unos ladrones que se rompen las sienes haciendo comecocos del tipo: Sí tengo papeles, encuentro trabajo; Sí trabajo me dan los papeles; perderé los papeles sí me quedo sin trabajo, ni trabajo ni papeles, ni papeles ni trabajo...
Con este artículo que termina sin haber empezado, sólo me queda la invitación a la reflexión sobre la extensión que este lenguaje puede llegar a propiciar y que, no es otro que, la proliferación de xenófobos entre la población autóctona y, con estos sentimientos, una sociedad mínimamente integrada resulta casi imposible.
Sin lugar a dudas, lo extraigo de tu artículo, el lenguaje en ocasiones pone las barreras más altas, las alambradas más espinosas y los muros más gruesos. Nos acomodamos a un uso de las palabras inadecuado, por comodidad, por dejadez, por desidia, a fuerza de que nos machaquen los oidos con ellas, sin pararnos a pensar el trasfondo de sus significados.