Jaquecas
La venganza es inútil aunque la espina sea subversiva.
Utiliza la cordura sin ponerte de rodillas.
El rencor es el gran inquisidor de la desdicha.
Sigue la corriente sólo para apearte en la orilla.
La derrota no es una acción, es el comienzo de la lucha.
Nada es para siempre: antes la belleza, después la memoria.
Planta semillas donde crecen las hierbas malas.
Enrédate entre algas venenosas, actuarán de antídoto.
No te arrepientas de lo de ayer, hoy te sirve de guía.
Si alguien no te conviene hay otras piezas que encajan.
Distingue entre besos y raíces.
El fuego es propio, la ceniza ajena, la unión está en la chispa.
No queda otra opción que revolucionar la decisión propia.
Ten siempre los ojos abiertos, sobretodo los de la espalda.
Siente, aun sin haber comprendido absolutamente nada.
En el nido de la esperanza siempre hay huevos frescos.
Qué cuando nos vayamos sea por excesos de faltas.
Las verdades como templos no caben en los sentidos, ni los fuerces.
Traspasa hoy tu límite, mañana puedes estar muerta.
¡Hostias, qué bueno, killa...!
Algunas de estas jaquecas se podrían escribir con grandes letras luminosas en los pórticos de las iglesias, en las entradas de los edificios públicos, bajo las placas que nombran las calles o en los salvapantallas de los ordenadores.
Menudo vómito de arte y filosofía.
Vino y besos.