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Sobre la adaptación

p3290679.JPGAlguien me dijo una vez que sí hiciéramos saltar una rana a un recipiente de agua muy caliente, ésta, al sentir el exceso de calor, con el mismo impulso con el que entraría, rebotaría hacia fuera. Sí repitiéramos el experimento y esa vez colocáramos a la rana en una olla con agua templada a la cual le aumentamos constantemente, aunque suave, la temperatura hasta conseguir los mismos grados que en la experiencia anterior, al principio, no se sentiría del todo cómoda pero no se movería. A medida que el agua fuera alcanzando la temperatura mortal, la rana seguiría sin moverse. Así, poco a poco, se iría anulando su capacidad de salto y tan sólo haría un pequeño intento antes de flotar inerte. Me dijo un día que como seres vivos que somos, los humanos aún conservamos esa capacidad de reacción cuando nos agraden clara y fuertemente. Ahora bien, sí los que tienen la sartén por el mango no suben la temperatura de golpe, sino lentamente y nos vamos por pura capacidad, adaptando a los cambios del medio y de la sociedad, a la vez sufriremos debilitamientos Para cuando la presión sea ya insoportable... ¿será entonces demasiado tarde para saltar?
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alargaor
alargaor dice:
29/04/2008 13:30

¡Que alegoría tan fabulosa!, ya ni la progresía ni el sindicalismo saltan ni la comba. ¡Qué digo!, ni el elástico. Y mira que era fácil saltar el elástico. Al contrario, empapados en la olla piden en sms masivos al arguiñano electo de turno que les suban más grados la sopa boba. Al final de la apalancada, ancas de rana al dente pa los de siempre. Desengañémonos, los únicos que saltan hoy son Pau Gasol y Koby Bryant.
Y porque en ello les va la pasta. Gansa.

Maria
Maria dice:
29/04/2008 14:51

creo que en el fondo de nosotros mismos siempre existira la posibilidad de saltar, aunque no siempre lo hagamos. Por comodidad, por costumbre, por 'quita quita menudo berenjenal'...
Pero cuando ya no podemos más, nos sentimos pisoteados: saltamos.
yo acabo de saltar, hace dos días, en una situación que me oprimía, me anulaba. No ha sido fácil pero acabé saltando, no se lo esperaban y me he ganado enemigos declarados, pero yo me siento bien aunque aún quedan saltos.

besos.

MANUEL RUBIALES REQUEJO
MANUEL RUBIALES REQUEJO dice:
29/04/2008 15:51

Hay quienes nos pasamos la vida desplazándonos a saltos, hasta que llegue el día en que nos quedemos flotando y arrugados en la superficie de la sartén, mientras tanto habrá que seguir sobreviviendo.

malena
malena dice:
29/04/2008 19:50

Espero que no llegue ese momento, Victoria. Que podamos darnos cuenta de la manipulación a la que estamos sometidos y podamos reaccionar dando el gran salto. Esperemos...

Un beso muy grande.

calle quimera
calle quimera dice:
01/05/2008 15:58

Por desgracia creo que en la mayoría de los casos es así, Victoria, llega un momento en que te vuelves inerme a todo y pierdes la capacidad de reacción. Ya sabes...la gota constante la piedra horada. A todo nos acostumbramos, y el que la temperatura se nos "dosifique" me parece que consigue que nos vayamos adaptando y no notemos el efecto hasta que es demasiado tarde. Sin embargo, es algo que sabemos, con lo que tendríamos que contar, ahí radica nuestra salvación, en estar alertas y dar el salto antes de que sea tarde. Pero eso ya depende de cada cual, de la sangre que lleve en las venas. Porque hay quien lo que tiene es horchata...

Preciosa fábula, niña. Un besazo.

Trini
Trini dice:
02/05/2008 20:49

Estoy de acuerdo con Calle Quimera. Ayer mismo comenté a unas amigas que, a veces pienso que me he vuelto "pasota", ya que acato todo lo que me va viniendo,con más, digamos conformismo. Cada vez me cuesta más saltar y mira que siempre he sido una buena ranita saltadora...

Besitos

lavozsonambula
lavozsonambula dice:
06/05/2008 13:24

Simplemente es cierto. Tenemos un raro sistema de adaptación que en vez de jugar a nuestro favor parace hacerlo en contra. En realidad existe una especie en que este sistema así y es el de los inconformista, mal tachado de reaccionarios. Simplemente somos personas que decidimos saltar siempre ante la preocupación de poder quedar flotando.