El despido
Sí alguna vez supuse que viviríamos hasta el infinito bajo una sábana de sal al calor de un amor verdadero. Si con tus envíos de sonrisas febriles me sentí agasajada y derramé por tu cuerpo un interés muy mal disimulado. Sí alguna vez pude distinguir en la humedad de tus labios el vertido lento que te regalaba, víctima de la sed, mi boca. Sí la primera vez que te vi, supe que me calarías profundo y reconocí en tu rostro el guiño infringido de mi cordura. Si te anudé a mi garganta con un grito mudo de esperanza y escuchabas de mis labios melodías, de mi vida poesías, entonces pensaba que con sólo quererte, me querrías.

Es una preciosidad, Victoria. Preciosa pero triste porque de tus palabras van cayendo lágrimas de desesperanza y frustración. Si supiéramos desde el principio como se va a desarrollar una relación, igual nos echaríamos hacia atrás aunque conociendo al corazón... nos entregaríamos de la misma forma.
Un beso muy grande.