Despilfarro
Si me preguntaran, en estos días, por cuál es el mayor problema de España, diría, sin dudas, que su clase política, en su mayoría. Es indignante como los ciudadanos hemos tenido que soportar el hedor de sus cloacas putrefactas, en una tarea que se suponía, debería haber servido para ilusionar y devolver la confianza a una democracia que, viene padeciendo, una degradación lamentable en las últimas décadas, basada, no en el voto, sino en el poder de los partidos. Una campaña decepcionante, monotemática, plana, sin iniciativas, ni proyectos, embaucadora, entre odios y trifulcas, corrupta y en la que no se han abordado, propuestas firmes para remediar los problemas municipales y autonómicos de empleo, vivienda, medio ambiente, educación, sanidad..., como parte de las preocupaciones y los sufrimientos de las personas de este país.
Sin embargo, la cuestión más alarmante, es el alto gasto y el despilfarro económico, aún cuando los políticos son conscientes, de antemano, que la campaña es un puro trámite, amparada por la Ley Orgánica de Financiación de los Partidos Políticos. Una Ley, predominantemente pública, que permite un financiamiento irregular, con la consecuente corrupción que de ello se desprende, sin sujeción a un régimen eficaz de control, lo que viene a significar, el dejar la puerta abierta y a que se confunda libertad con libertinaje. La LOFPP es discriminatoria y favorece a los partidos con mayor representación en el Congreso de los Diputados, perjudicando a los minoritarios y en contra de la igualdad de oportunidades.
Un dinero público desperdiciado en panfletos, carteles, comilonas, regalos insulsos que, bien podían haber servido para alimentar miles de bocas hambrientas de niños, de jóvenes, de ancianos, de mujeres maltratadas, de enfermos, de marginados ...
Lo único positivo que puedo entrever del bochornoso espectáculo es que, gracias al bajo nivel ético y estético de la política española, durante esta campaña electoral, hayamos podido reaccionar, comprobar el altísimo grado de la degeneración política que padecemos y el poco respeto que se nos tienen y que, conociendo sus secretos y sus comportamientos, podamos actuar en consecuencia el próximo domingo.
Sin embargo, la cuestión más alarmante, es el alto gasto y el despilfarro económico, aún cuando los políticos son conscientes, de antemano, que la campaña es un puro trámite, amparada por la Ley Orgánica de Financiación de los Partidos Políticos. Una Ley, predominantemente pública, que permite un financiamiento irregular, con la consecuente corrupción que de ello se desprende, sin sujeción a un régimen eficaz de control, lo que viene a significar, el dejar la puerta abierta y a que se confunda libertad con libertinaje. La LOFPP es discriminatoria y favorece a los partidos con mayor representación en el Congreso de los Diputados, perjudicando a los minoritarios y en contra de la igualdad de oportunidades.
Un dinero público desperdiciado en panfletos, carteles, comilonas, regalos insulsos que, bien podían haber servido para alimentar miles de bocas hambrientas de niños, de jóvenes, de ancianos, de mujeres maltratadas, de enfermos, de marginados ...
Lo único positivo que puedo entrever del bochornoso espectáculo es que, gracias al bajo nivel ético y estético de la política española, durante esta campaña electoral, hayamos podido reaccionar, comprobar el altísimo grado de la degeneración política que padecemos y el poco respeto que se nos tienen y que, conociendo sus secretos y sus comportamientos, podamos actuar en consecuencia el próximo domingo.
Me quedo, especialmente, en esa parte de tu artículo en el que, bien dices, da la impresión de que los políticos nos han perdido el respeto. Son profesionales, viven de la política e incluso ha adquirido ya conciencia de clase. "La clase política", dicen. No importa el partido, no importa el color. Si no son todos iguales son demasiado parecidos. Utilizan a los votantes. Nos utilizan descaradamente para sus fines ¿partidistas?. Es uno de los males de nuestro sistema, la partitocracia ilimitada y la sombra de Don Dinero deslizándose por las esquinas de nuestra democracia. La que debería ser digna y noble ocupación a la política, lo que debería ser la transparente gestión de la "Res Publica", (que decían los clásicos), se ha convertido en un oficio de filibusteros, en el ministerio de la rapiña y en una cueva de navajeros. De mi no se van a cachondear estos mamones; que vote otro, que a mi me da la risa.
¡Viva La Pepa!!!!!. (Cádiz, 1812, Auditorio de San Felipe Neri)