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Carta a los Reyes

Señores Reyes Magos:

Estando yo abismada en los pensamientos tristes, neutros o alegres, por calificarlos de alguna forma, que en estas fiestas martillean sobre mi cabeza, en mi interior escucho el grito inevitable de los niños cuyos deseos, mil veces dibujados y tarareados, sencillamente, nada o nadie, mágico u ordinario, se digna a concedérselos. Ellos aún, a pesar de que sus notas necesitan mejorar, se preguntan el porqué de esta desconsideración (y no crean, también yo, que en esto de la ilusión camino todavía con pies de plomo por las nubes) y de cómo unos sueños tan pequeños y gratuitos pueden escapar de las mágicas mentes de sus majestades. Y es por ello, en sus nombres, en el nombre de unos cuantos pequeños, por sentirlos más cercanos, que redacto estas líneas, con la suposición de que al ser una mayor la que suscribe, obtengan este año, de vosotros, una reacción distinta y sobretodo, una respuesta esperanzadora.

El pequeño Juan Manuel, enorme diablillo, siempre aguardando que su madre asome su roja nariz de "payasa" y sus ojos de culo de botella vacía de aguardiente por el vomitado portal de su casa, sosteniéndola mientras se tumba en su antro infesto y despidiéndola después, sí nuevamente se lanza a los brazos de otra botella,...esta vez llena, necesita de vuestros polvos mágicos, levantar del suelo su autoestima; recuperándola, será un niño guapo, mejorarán, probablemente, sus notas y sentirá la confianza de sus amigos. No pide juguete, pues poco sabe de su existencia, sólo anota que su madre deje de ser alcohólica.
Ismael, con parálisis cerebral asociada a unas cuantas complicaciones más, sin caminar, quizás de momento, estresado de un diario de estimulaciones, rehabilitaciones, pruebas y revisiones, balancea con furia la mitad de su cuerpo, deseoso de jugar con los niños que corretean a su alrededor; su afán, levantarse de la grotesca silla de ruedas y fundir los amasijos de hierros y tornillos que apresan sus piernas. En sus ojos profundos, podéis adivinar su natural ilusión por andar.
Isabel es más mayor, tiene siete febreros y más de cien relatos tristes por publicar. Ella ya no sueña con el regreso de su madre, que los abandonó cuando la situación familiar hizo aguas y optó por colocarse el único salvavidas y escapar por la puerta de atrás, sin más, dejando a la deriva su tripulación; tripulación, qué a duras penas logra salir a flote con un padre enfermo de cáncer y un "para de contar", ella pide lo de otros años;curiosamente, lo que todos los padres querrían para sus hijos, buenos augurios para estudiar una carrera, ser diseñadora de su futuro. Tal vez, maestra.
Para Alonso, que el sacrificio de sus padres para salir de la drogadicción no haya sido en vano; más que nunca, necesitan el socorro de la inserción social, sus equilibrios penden del hilo del trabajo; solo eso, trabajar. Sara quiere dejar de ser diana de humillaciones, ansía ser bien tratada y para el último, Yassin,...que no le digan Mohamed.

Y antes de despedirme, por hacer un poco de presión, les añado alguna argumentación: sepan vuestras realezas que, según los psicólogos y pedagogos, el juego con sus juguetes, es una actividad espontánea, placentera y vital para la infancia. Se trata de un juego simbólico y de rol, cuyo desarrollo es lo que el niño destaca como aspecto principal de las actividades de los adultos, a través del cual aprenden a controlar su cuerpo, a explorar su mundo, a resolver sus problemas emocionales y a ser social. Y todo lo que piden es para jugar.

Esperando estas seis sorpresas en el día seis, atentamente, esta que traduce, se despide.
PacoHuelvaCala
PacoHuelvaCala dice:
05/01/2007 11:28

Tu carta me ha llegado a ese lugar donde se ubican las fibras sensibles. Y asi es como hay que escribir: produciendo conmocion, generando ternura, odio, pasion...
UN ABRAZO
PACO HUELVA

MANUEL RUBIALES
MANUEL RUBIALES dice:
07/01/2007 21:30

Yo anadiria a tu magnifica carta una peticion "a censu contrario": que le traigan mucho carbon, toneladas mugrientas de carbon, trenes repletos de oscuro carbon para todas esas cosas que nos hicieron y nos hacen borar las sonrisas infantiles de nuestros rostros. Como ya hemos hablado en alguna ocasion esto de los Reyes Magos es de una crueldad infinita y ya sabemos que sus torpes majestades no premian a los ninos que han sido mas buenos sino a aquellos cuyos padres tienen mas dinero.
Vino y besos..., y carbon tambien para mi por si acaso peco de ser bueno.

Victoria
Victoria dice:
08/01/2007 10:40

Gracias, maestros.
Un abrazo.