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Calidad de vida

El concepto calidad de vida nace como consecuencia del "Art Nouveau" que trajo consigo el progreso y la industrialización; parece ser un privilegio exclusivo de países presumiblemente desarrollados que, una vez satisfechas sus necesidades primarias básicas y con un mínimo de recursos atesorados o sustraídos, según se mire, proyectan sus expectativas a enmendar, tal vez un poco tarde, el deterioro del medio ambiente y de las condiciones de vida humana. Aunque el término empieza a popularizarse por los años sesenta, lo cierto es que desde entonces se sigue apostando más por el desarrollo en el sentido exclusivo del enriquecimiento, con el crecimiento por encima de la equidad, basado en la demanda de recursos y en la prodiguez de residuos. Esta situación se va traduciendo en nuestros días a todas luces insostenibles y supondrá irremediablemente para generaciones futuras, la de nuestros hijos, una hipoteca altamente incalculable. A los países desfavorecidos o aplastados no se les otorga, de momento, esta acepción porque, si bien son dianas de la barbarie explotadora, con su categoría de subdesarrollados aparecen in merecedores de tal bienestar, de tal satisfacción personal, aunque por otra parte, me inclinaría a pensar, ya poseen mejores condiciones naturales que las nuestras.

Yo, ciertamente, creo que un planeta enfermo puede tener esperanzas en manos expertas y cualificadas, véase toda la invención humana, refiriéndome a todas las personas sin excepción. Sin embargo hay un tremendo error que no permite avanzar, que lleva por otros derroteros la calidad de vida. Apunto, por supuesto, a los propósitos de poder y a las ideas dominantes. Éstos, inmersos en nuestros patrones y estilos, van inculcando la calidad desde su supuesto subjetivo, alimentando la conciencia individualista y el inconsciente colectivo en aras de una felicidad ficticia cuyo único sustento es el de posicionarse mejor que nadie en todos los ámbitos de la vida. Vivimos inmersos en la cultura del objeto: de la pequeñez sustraemos que lo tienen todo, no juegan con nada, son consentidos, mimosos y agresivos, de la juventud nos quedamos con sus faltas de expectativas, sus sucios botellones, sus intolerancias, sus tecnologías de alta generación, sus apatías, sus vagíelas, su vivir del cuento, sus accidentes de coche, sus estereotipos televisivos y sus cabezas vacías, la madurez se traduce en conseguir más infraestructuras, más equipamientos, consumir más energía, más comodidad, más sedentarismo, más antidepresivos, más colesterol,... y en la vejez terminamos solitarios, enfermos, hastiados, arrugados, tristes y sabios en la certeza de que antes se vivió mejor.

De nada sirven los contenidos ancestrales sin los propósitos renovables, de nada le sirve a un ciego unas gafas sino para ocultar sus ojos al morbo ajeno. Ahora tenemos calidad de vida, somos ricos porque existen seres subdesarrollados que nos hacen el trabajo sucio; matamos toros por divertimento, talamos los bosques del Amazonas para el confort y el glamour, le exportamos nuestras basuras contaminantes, le sustraemos el petroleo, lanzamos soplidos a las pateras, traemos polacas y marroquíes para la recogida de fresas, se contratan inmigrantes indocumentados para cuidar a nuestros ancianos y enfermos, para las tareas del hogar, para servir en los hoteles, bares y restaurantes. En fin, estamos rodeados de felicidad. ¿Qué más se puede pedir?
rafa leon
rafa leon dice:
14/01/2007 16:44

Es un error muy extendido, querida Victoria, confundir calidad y nivel de vida. El primer concepto se mueve en el ambito de lo cualitativo, en tanto que el segundo es mas de caracter cualitativo y tiene mucho que ver con el consumo, las mas de las veces, superfluo e innecesario. Creo que lo que tenemos por aqui, esta mas cerca del segundo que del primer concepto.

Por otra parte, "Operacion Triunfo" es un prograrma de "varieades" en el que se encuentran implicitos muchos de los caracteres que definen el capitalismo. Entre ellos, el triunfo facil, unas veces merecido pero las mas menos, de unos pocos a partir del fracaso de la gran mayoria. La competitividad por encima de la cooperacion, por muchos abrazos y lagrimitas que se dispensen unos a otros sus participantes. En el marco del consumo capitalista, la calidad de vida, que se debe considerar intimamente unida a la solidaridad, la equidad y la justicia, hoy por hoy, sigue sin ser posible.

Un abrazo
Rafa

Victoria
Victoria dice:
15/01/2007 12:14

Rafa, tengo un amigo que ha decidido, junto con su pareja, no tener hijos porque no quieren que vivan en la sociedad de hoy ni mucho menos en la del manana, para la que son mucho mas pesimistas, no confian en la raza humana. Esto me llega al alma, lo pienso mucho y lo proyecto a como estoy educando a mi hija, a como sera su futuro. ¿Somos demasiado egoistas como para solidarizarnos con el porvenir porque ya no estaremos?...

Un abrazo.

PacoHuelvaCala
PacoHuelvaCala dice:
15/01/2007 12:15

Me gusto el texto, querida victoria.
UN ABRAZO
PACO HUELVA

rafa leon
rafa leon dice:
15/01/2007 21:34

Creo, Victoria, que ante la carencia de solidaridad para con nuestros coetaneos, es logico dudar de que realmente lleguemos a contemplar una minima posibilidad de solidaridad intergeneracional. Asi que la decision de tus amigos puede ser, ademas de respetable, la mas logica. Pero igual de logico y respetable es, ante las mismas dudas que ellos han sufrido, decidir tener hijos y tratar de educarlos en esa solidaridad en el tiempo y en el espacio, para que ellos sigan intentando mejorar el mundo cuando nosotros nos hayamos ido.

Un abrazo
Rafa