Calidad de vida
Yo, ciertamente, creo que un planeta enfermo puede tener esperanzas en manos expertas y cualificadas, véase toda la invención humana, refiriéndome a todas las personas sin excepción. Sin embargo hay un tremendo error que no permite avanzar, que lleva por otros derroteros la calidad de vida. Apunto, por supuesto, a los propósitos de poder y a las ideas dominantes. Éstos, inmersos en nuestros patrones y estilos, van inculcando la calidad desde su supuesto subjetivo, alimentando la conciencia individualista y el inconsciente colectivo en aras de una felicidad ficticia cuyo único sustento es el de posicionarse mejor que nadie en todos los ámbitos de la vida. Vivimos inmersos en la cultura del objeto: de la pequeñez sustraemos que lo tienen todo, no juegan con nada, son consentidos, mimosos y agresivos, de la juventud nos quedamos con sus faltas de expectativas, sus sucios botellones, sus intolerancias, sus tecnologías de alta generación, sus apatías, sus vagíelas, su vivir del cuento, sus accidentes de coche, sus estereotipos televisivos y sus cabezas vacías, la madurez se traduce en conseguir más infraestructuras, más equipamientos, consumir más energía, más comodidad, más sedentarismo, más antidepresivos, más colesterol,... y en la vejez terminamos solitarios, enfermos, hastiados, arrugados, tristes y sabios en la certeza de que antes se vivió mejor.
De nada sirven los contenidos ancestrales sin los propósitos renovables, de nada le sirve a un ciego unas gafas sino para ocultar sus ojos al morbo ajeno. Ahora tenemos calidad de vida, somos ricos porque existen seres subdesarrollados que nos hacen el trabajo sucio; matamos toros por divertimento, talamos los bosques del Amazonas para el confort y el glamour, le exportamos nuestras basuras contaminantes, le sustraemos el petroleo, lanzamos soplidos a las pateras, traemos polacas y marroquíes para la recogida de fresas, se contratan inmigrantes indocumentados para cuidar a nuestros ancianos y enfermos, para las tareas del hogar, para servir en los hoteles, bares y restaurantes. En fin, estamos rodeados de felicidad. ¿Qué más se puede pedir?
Es un error muy extendido, querida Victoria, confundir calidad y nivel de vida. El primer concepto se mueve en el ambito de lo cualitativo, en tanto que el segundo es mas de caracter cualitativo y tiene mucho que ver con el consumo, las mas de las veces, superfluo e innecesario. Creo que lo que tenemos por aqui, esta mas cerca del segundo que del primer concepto.
Por otra parte, "Operacion Triunfo" es un prograrma de "varieades" en el que se encuentran implicitos muchos de los caracteres que definen el capitalismo. Entre ellos, el triunfo facil, unas veces merecido pero las mas menos, de unos pocos a partir del fracaso de la gran mayoria. La competitividad por encima de la cooperacion, por muchos abrazos y lagrimitas que se dispensen unos a otros sus participantes. En el marco del consumo capitalista, la calidad de vida, que se debe considerar intimamente unida a la solidaridad, la equidad y la justicia, hoy por hoy, sigue sin ser posible.
Un abrazo
Rafa