Vegueta
No queda mucho tiempo. Y por eso miro hacia atrás irremediablemente. Tengo que recomponer la historia. Tengo que aprovechar el tiempo que me quede.
Hasta los once años fui, prácticamente, cada verano a Las Palmas. Claro que hay lugares míticos: la plaza de Santo Domingo, en Vegueta, o la playa de Las Canteras. Si pudiera elegir dónde vivir uno de los sitios entre los que tendría que decidirme sería el número 5 de la calle Pedro Díaz, en el barrio de Vegueta. Era la casa de la tía Concha. Aunque también me encantaba la del tío Perico, que era abajo. No eran tíos míos, sino de mi madre.
No sé por qué recuerdo tanto el spot televisivo de Condal, una marca de cigarrillos canaria. Sí sé que teníamos prohibido entrar en una habitación que era despacho y quizás estudio fotográfico, y tenía la mayor colección de tebeos que he conocido. Un año, en el que fuimos también por navidades, me regalaron un diccionario pequeñito español-inglés. Recuerdo la portada roja y también recuerdo que lo tuve bastantes años. Creo que era iter, de la editorial iter, y tenía un guardia inglés con bigote y con penacho negro y un autobús de dos plantas en la portada plastificada. Una noche llegué a casa llorando porque me choqué contra un árbol en la plaza y me partí la cara. Estábamos jugando a dirigir el tráfico y alguien hizo caso omiso a mi señalización. Me di la vuelta rápidamente y salté hacia atrás. No sabía que ese árbol estaba allí. Todavía me queda una arruga cuando sonrío. Sonrío poco. Aun así, creo que he sonreído demasiado.
Aunque "hable" poco, te leo a "escondidillas"... ¡Tu sensibilidad siempre me conmueve!