Un paseo por lugares que habito
Me gusta mirar los dibujos de Sergio Lira desde lejos, para ir aproximándome hacia ellos. He pasado unos días haciéndolo y me resultan profundamente familiares. A unos metros de distancia veo manchas de colores, armoniosos y rotundos, que van tomando forma a medida que me acerco. La abstracción se transforma con dos pasos en lugares que voy reconociendo como míos. Un amigo me decía que mis textos le parecían muy visuales: señalaba la sensación de los colores montándose, y de formas y figuras en movimiento que hablaban. Puede que haya algo de eso, un deseo de fijar imágenes, que me son muy apreciadas, en el tiempo. Pero la palabra no puede sustituir a la imagen. A veces la acompaña y muchas veces sobra. Por eso me gusta tanto encontrar dibujos que me evocan los lugares que amo. No es fácil, porque a veces los dibujos desfiguran la imagen que habita en mis recuerdos. La mirada del artista tiende a desfigurar, aunque sea para hacer más bello el instante. Y la copia exacta tampoco me interesa, ni siquiera en las fotografías. Pero a veces, aunque sean pocas, encuentro la correspondencia entre lo que veo y lo que recuerdo. Este es el caso que me ocurre, estos días, con los dibujos de Sergio Lira.
Un paseo por lugares que habito
forma parte del tríptico editado para la exposición
El ojo y sus lugares
Dibujos volanderos de Sergio Lira
(Del 5 al 29 de abril de 2010, en La Carbonería, Levíes 18, Sevilla)
Iré a ver esa exposición, pero antes te llamaré para que hagas de lazarillo conmigo y me expliques lo que ven tus ojos -que deseo sean los míos en este caso-. Las letras que has esparcido entre los dibujos bien merece que así sea.
UN ABRAZO