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Tuvimos, de Rosa Lentini

CONÓCETE A TI MISMO



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Tuvimos
Rosa Lentini
Prólogo de Jenaro Talens
Bartleby
ISBN: 978-84-92799-65-7
98 páginas
Madrid, 2013
12 euros

La máxima "Conócete a ti mismo", que presidía la entrada al templo de Apolo, en Delfos, ha estado presente en la obra de gran parte de los pensadores y literatos desde los inicios de ambas disciplinas. Para muchos de ellos era una condición inexcusable, bien para conseguir una obra perdurable, bien para alcanzar algo lo más parecido posible a la felicidad. Lo que ocurre es que, a la hora de analizar esas obras, encontramos pocas veces un deseo verdadero, en el sentido de sincero, de conocerse realmente o de permitir que los demás -muchas veces, reitero, ni siquiera uno mismo- accedieran a ese conocimiento. Es difícil asumir los resultados de esa investigación, de esa reflexión introspectiva. Los resultados podrían ser incómodos y muy dolorosos para todos. Además, es un proceso arduo, que no está al alcance de cualquier persona, porque se tiende a pretender dar una imagen de uno mismo más próxima a lo que se desea ser, o a cómo se desea ser recordado, que la realidad que vamos descubriendo. Las modas estéticas imperantes en cada época, aunque no deberían suponer un inconveniente, también dificultan ese supuesto objetivo. Por todo ello, cuando uno comienza a leer este maravilloso libro, Tuvimos, de la escritora barcelonesa Rosa Lentini, se da cuenta de que asiste al hermoso hallazgo que supone un intento serio, conseguido y hermoso de profundizar en las circunstancias que han ido construyendo su propia esencia.

Ya es así desde el título del libro. "Tuvimos" supone, en primer lugar, anteponer el deseo de conocerse, y de poder ser reconocida por el lector, a la búsqueda de una frase o de una palabra que aporte mayor poder de evocación. Pero es que precisamente de eso trata el libro: de lo que tuvimos, más concretamente de la vida que tuvimos. La última estrofa del poema "Recuerdo del hombre tras la puerta" comienza así: "Tuvimos, habríamos tenido, / dos tiempos verbales en la historia dividida / de las familias;...", y se contraponen las dos formas verbales para concluir que una cosa es lo que "habríamos tenido" y otra, de la que trata este libro, es lo que realmente "tuvimos". El recurso de la cursiva se utiliza a lo largo del texto, bien para destacar una idea, como en estos versos, bien para señalar una intervención en estilo directo. También el plural es importante, porque para saber cómo es la vida de uno, no solo es necesario conocer las circunstancias personales, sino las de los que les rodean y cómo estas le afectan.

¿Quién rodea al personaje central? Especialmente toda la familia. Así, en el libro, especialmente en la primera parte, "Las premisas", el objeto poético es toda la familia, su historia. Y está lejos de ser una historia cómoda y complaciente, lo que le añade valor a la escritura y peso específico a la lectura. Los abuelos y abuelas, la madre, el hermano y, especialmente, el padre, el también poeta ya fallecido Javier Lentini, recorren estas páginas y recobran vida propia. El sujeto es la propia poeta, que escribe en primera persona del singular como si volviera a habitar cada momento, ya que entiende que para conocerse y sanar tiene que merodear los profundos abismos del pasado, del vivido y también del anterior a su presencia en el mundo. Así, Tuvimos comienza con un hermoso e inquietante poema, estos adjetivos podrían ser apropiados para todo el libro, en el que cuenta cómo se conocieron sus padres. muy jóvenes,"antes de que ellos pensaran / tener hijos o hacerles daño, / antes de que pudieran tenerse / el uno contra el otro." Hay algo del psicoanálisis en este modo de afrontar la creación poética, en este afán de necesitar llegar al principio de todas las cosas no sé si para sanar o para conocerse, o ambas ideas son una misma cosa. Realmente el psicoanálisis no cura, sino que ayuda a comprenderse mejor. Algo de esto hay en la creación de este libro: la poeta se echa en el diván de la hoja en blanco y empieza a responder a las preguntas que ella misma se formula sobre su pasado. Y de ahí surge el verso libre, extenso o no, rítmico, con correspondencias que se dan en la mente de la poeta y que plasma tal y como le llegan. No es así, claro: detrás de estos poemas quedan años de trabajo, doce desde su anterior El sur hacia mí (Igitur, 2001) y que ha reescrito y reeditado en la propia editorial Bartleby, este mismo 2013, con el título Tsunami.

Ahora que tantos autores cuestionan a Freud, aunque realmente nunca dejó de serlo incluso por sus propios seguidores, hay que reconocerle una aportación decisiva: la que hace al arte y la literatura desde que presentó sus ideas. Aportación al arte o descripción de lo que ya estaba latente. Aunque en Tuvimos, además de Freud, tendríamos que nombrar a Jung y las ideas de la importancia del mito en la construcción de la personalidad humana y la pulsión de muerte, que añade a las principales aportaciones de su maestro. Todo es compatible; todo nos ayuda a comprendernos mejor. Rosa Lentini incorpora personajes y momentos mitológicos, además de otros escogidos de la literatura clásica griega, especialmente, para enmarcar los momentos de su vida que nos cuenta. Rafael Argullol, en su magnífico libro Maldita perfección (Acantilado, 2013) escribe: "el artífice se cubre, y al unísono se descubre, por medio de distintas máscaras, o bien encarnando personajes con los que, más o menos elípticamente, se siente identificado." Rosa Lentini nunca llega a cubrirse, pero sí incorpora personajes de diversa procedencia que muestran el aura de tragedia que dimensiona su propia historia. Cuando habla del enfado, aparecerá la cólera de Aquiles; cuando se trata de contar la historia, lo hará el bardo ciego, y así irán apareciendo Casandra, Minos, Teseo, Hécate, ícaro y algunos otros personajes en los que también se apoyará para contarnos su historia y la de los suyos.

Es importante recalcar que lo que verdaderamente hace singular este libro, y a los otros grandes libros de nuestra literatura, es que la autora no nos cuenta una historia que conoce, sino que se trata de momentos que quedaron atrapados en algún lugar de la memoria, y que solo reaparecerán a medida que ella los va escribiendo. "Las premisas" es la historia de una desolación aparentemente sin causa. Una familia dividida por hechos terribles que tienen en el centro al personaje de la niña que fue la poeta, y que nunca llegó a saber por qué todos parecían culparla a ella. La madre, de haberlo sido demasiado pronto y de todos los males que vendrían después; la abuela materna, de haber favorecido la situación. El rol de los hombres es más complicado. Hay que leer el libro para conocerlo y es con ellos con los que la poeta emplea las máscaras que, sin embargo, no suavizan ni difuminan nada. Pero lo que más nos interesa es el proceso evolutivo que se da en ella: la niña, la algo menos niña, "mis siete años de adulta", la adolescente que encuentra hostil el mundo que la rodea, la jovencita y la mujer ya adulta, de verdad, que es quien nos cuenta todo. Porque esa es la manera de vivir con todo lo ocurrido, de tratar de comprender a las personas que amas y que ya no comparten tu vida. No es solo la familia, claro. Es el mundo. En clase, es difícil comportarse como una persona más. Todo parece sucio y va en la misma dirección: "Nada es más maleable que un niño y nada lo es menos / que un niño blindándose." Y, aunque lo intenta, es difícil saber: es "... una herida que llevará en su viaje por una memoria que tampoco es real, su evocación ebria de realidad la priva de realidad..."

La segunda parte del libro se titula "Las crisálidas". Cuando pienso en una crisálida, pienso en algo hermoso previo al renacer. No sé si es realmente hermoso, o lo que me hace verla así es la promesa de lo que está por venir. En este caso, se asoma la sensación de que todo podía haber concluido. La sensación de que uno es culpable de todo lo malo que hay en su entorno se agrava cuando sabe que antes de aparecer no era así. Se dice expresamente en "El piano": "En sus palabras hay una alegría anterior a mí." De ahí a pensar que el mundo estaría mejor sin uno mismo, hay un paso: "¿De mí misma dejaré al mundo / la esencia de un espacio en silencio, / un barbecho, un soplo dispersando identidades / cuando alguien recuerde?"

El último poema de esta segunda parte se titula "Lluvia". Es el más extenso del libro y tiene mucho que ver con ese renacer de las cenizas, con esa voluntad expresa de hacerlo. Se presenta en verso más breve que en los anteriores alternado con momentos de prosa poética. La forma es esencial en este la poesía para comprender la importancia y el significado de cada verso. La lluvia aparece en el momento más bajo y parece que es el primer paso para llevarse todo lo anterior, todo lo negativo. "Baila, baila, todo lo que puedas susurra". Le conmina a resistir, a hacer el recuento de todo su pasado y resistir. La lluvia no es algo ajeno: es la historia que subyace en el inconsciente de la poeta.

Y así llegamos al momento presente. En el prólogo que inicia esta edición, Jenaro Talens, superpone ese presente con el pasado, a la manera que lo hizo Eliot. Señala el verso "Existimos sincrónicamente", de un poema de la primera parte del libro, para reseñar la idea de que todo lo que hemos vivido es presente. Sí, es cierto: nada es más presente que lo que nos ha llevado a ser como somos, aunque evolucionemos, pero la persona que ha vivido la historia que se cuenta en Tuvimos se corresponde más con el objeto poético que se describe en esta tercera parte. Se titula "Y así el mundo". (Lo acabo de escribir y ya no estoy del todo convencido. Tendría que revisar, y reflexionar más, el concepto de Tiempo). Esa es otra de las grandezas de la literatura, y especialmente de la poesía: nos abre un ancho margen para la reflexión.

La portada del libro reproduce un fragmento de un cuadro de José María Guerrero Medina: "Mediterráneo". El primer poema de esta tercera parte, "Habitación con vistas", es una reflexión que surge a raíz de ese cuadro. Y ofrece una visión más sosegada del mundo. A eso me refería en el párrafo anterior. La poeta ha encontrado algo más de paz, tras un largo proceso compartido con el hombre al que ama y que, de alguna manera, ha sido decisivo para llega a esta nueva situación. Su abuelo le mostró la belleza que se encuentra en las plantas que cuidaba, su padre la introdujo en el mundo de la literatura y el arte, que ahora comparte con su marido, que además comparte con ella esa paz. Todo esto se refleja en estas páginas "estremecedoras" (uso el adjetivo que emplea Jenaro Talens en el prólogo). Toda esta situación le hace mirar atrás y tratar de comprender mejor a las personas que ama y ya no están a su lado, en definitiva, para tratar de comprenderse mejor a sí misma. Para eso nos valemos de la poesía, tanto como autores o como lectores. Rosa Lentini es, además, una gran conocedora de la poesía que se hace en el mundo. Así, en el libro utiliza numerosas citas de poetas contemporáneos, algunos de ellos traducidos e incluso dados a conocer en nuestro idioma por ella misma.

Decía que esta situación más sosegada se manifiesta en esa necesidad de compartir con los que ya no están y de verlos y sentirlos tal y como son: "Después de todo las vidas / se enfrentan a sus tumbas / sin tiempos confusos / sin improvisados regresos." Aunque seamos conscientes de que a veces no es fácil saber qué es lo que realmente tuvimos y qué lo que habríamos tenido de haber cambiado las cosas: "Una opción conduce a otra / la verdad a la mentira / la mentira a tu sueño." Es difícil encontrar libros tan profundos, tan sinceros, tan llenos de belleza, libros que sangren como hace Tuvimos, de Rosa Lentini. Hace unos días un poeta me confesó que su último libro era un strip-tease y que, por el momento, no estaba dispuesto a volver a hacerlo. Pienso que tendrá que volver a hacerlo, porque si no nos esforzamos en conocernos a nosotros mismos, sencillamente, no habrá poesía. Este libro, Tuvimos, de Rosa Lentini, editado por Bartleby a finales de 2013, es un ejemplo de ello. Tuvimos es uno de los mejores libros que he podido leer últimamente.

archivado en:
rosa lentini
rosa lentini dice:
06/02/2014 21:50

Estimado amigo: quiero agradecerte esta extensa y generosa crítica tuya, has enfocado la lectura de TUVIMOS desde el punto de vista psicoanalítico, y he conseguido recorrer de nuevo el libro como un camino -aquí el giro de una curva, allá una esquina que hay que doblar- reconstruyendo el cómo y el por qué lo escribí. Me han conmovido tus palabras y tu entusiasmo.
Gracias, un abrazo. Rosa Lentini

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
07/02/2014 22:25

Estimada amiga: es cierto, cuando uno lee un libro como el tuyo tiene la sensación de conocer al autor, de que hay un vínculo autor-lector que permanece. Es curioso, últimamente tengo la sensación de que leer algunos libros -especialmente de poesía- supone entrar en la intimidad del otro. Me planteo qué derecho tengo a dejarlo por escrito. Pero, por otra parte, ocurre que esos son los libros que más me interesan y deseo, creo que es mi aportación, dejar constancia de ello. TUVIMOS es un libro fantástico y esa es una opinión en la que coinciden ya varias voces. Es lo hermoso que tiene la literatura.
Muchas gracias por tu libro y, también, por estas palabras.