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Tus ojos son los mismos

El proceso es difícil, me dijiste,
porque sólo queremos
encontrar la verdad
y así nos acercamos a la muerte.

¿Quieres morir? Pues entonces no escribas.
Sólo conseguirás quedarte solo
y nada está más próximo a la muerte
que este amago de vida: la poesía.

El poeta va arrancando las hierbas
que crecen a su lado,
también las hierbas sanas
"”especialmente esas.
Nada se salva.
Nada es tan fuerte
ni tan hermoso
para permanecer.
El poeta es un asesino.
¿Quieres matar? Pues entonces no escribas.

Dedícate a cantar. ¿Sabes cantar?
No importa demasiado. Eso sí:
no compongas las letras de tu disco,
aunque la música
también puede arrastrarte al precipicio.

¿Qué sabes de la música y del arte?

Engaña a tus amigos
y a los que más te quieran
y diles que estás bien,
que sólo finges.
Ya conoces las máscaras
que te ofrece la historia o la cultura.
A mí también me sirven, me dijiste,
pero no creas
que las máscaras ocultan la vida.
Aprende que tras ellas,
tus ojos son los mismos
y quien sepa leerte "”no cualquiera,
pero sí quien sepa leerte"”,
se reconocerá,
en tus versos proscritos.

(Publicado en el núm. 5-6 de La isla de Siltolá)

archivado en:
rafaleon
rafaleon dice:
03/02/2012 12:19

Magnífico. Propio de un asesino moribundo; y, aunar ambas condiciones, no está al alcance de cualquiera.

Abrazos.

Rafael Suarez Placido
Rafael Suarez Placido dice:
03/02/2012 20:18

Gracias, Rafa. Aunque lo de "asesino moribundo" no deja de ser una condición que no sé si agradecer... aunque no esté al alcance de cualquiera. No sé...

Un abrazo.

rafaleon
rafaleon dice:
04/02/2012 01:06

A mí no me importaría alcanzar esa condición, Rafa (siempre, claro está, que fuese en sentido metafórico).

Más abrazos.