Usted está aquí: Inicio / Rafael Suárez Plácido / Blog / Reforma constitucional de 2011

Reforma constitucional de 2011



A estas alturas habría que elevar a los altares de todas las iglesias y confesiones a Quevedo y no sólo por ser uno de los mayores escritores que se han dado en nuestra lengua, lo que, desde luego no sería motivo para ello, sino por su clarividencia cuando escribió aquello de que "Todo lo puede el dinero".

¿Quién nos iba a decir que a estas alturas "los dos grandes partidos", como llaman sus voceros al PSOE y al PP, se iban a poner de acuerdo en algo, y que este algo era ni más ni menos que en una reforma del texto constitucional, hecho que sólo ha ocurrido en una ocasión y en un aspecto mucho menos impactante?

Propuestas anteriores de reformas mayores ha habido. En la mente de todos están las reivindicaciones de los partidos nacionalistas periféricos para cambiar el estado y llevarlo hacia un estado federal o incluso que asuma la autodeterminación de algunos territorios. Recuerdo que en las anteriores legislaturas en las que gobernó el PP se habló también de derogar la abolición de la pena de muerte en algunos supuestos, camino que también se ha tratado de seguir por parte de algunos de los colectivos de víctimas que querían que sus verdugos pudieran acceder a esa pena de muerte. Algunas de estas propuestas gozaron de cierto predicamento, en sus comunidades autónomas, o en momentos de crispación por algunos crímenes cometidos, pero siempre chocaban con una realidad incuestionable para los gobernantes: reformar la Constitución es un camino muy delicado y exige maneras de consenso. No exigen un referéndum pero, en todo caso, admitamos que es el modo más correcto de cambiar una norma que todos apoyamos en su momento.

Yo soy el primero que piensa que la Constitución no es ni puede ser inamovible. Los mismos que querían retomar la pena de muerte decían que España es la Constitución y, quizá por esto, nunca se atrevieron a modificarla.

Ha habido otro tipo de debates, también esenciales. Uno de ellos es la posibilidad de que el trono pueda ser ocupado por una mujer. ¿No sería esta una reforma urgente? Otra de ellas, también histórica, sería la causa republicana. Hay algunos artículos de la Constitución que dan pena o risa: derecho al trabajo, derecho a la vivienda, porque a ellos se antepone el derecho a la propiedad privada, también recogido en la Constitución. Pero es cierto: esto es alejarse del tema.

¿Por qué esta reforma? ¿Por qué ahora? ¿Por qué el acuerdo entre las dos fuerzas políticas? ¿Por qué no se celebra un referéndum? Voy a contestar a la última de estas cuestiones: no se celebra un referéndum porque este sí sería el referéndum decisivo, aquí sí se podría resolver cuál es el apoyo de estos dos partidos en la calle. Aquí sí se podría calibrar el apoyo real que tiene este sistema. Sería volver a los días de 1986, cuando se decidía si entrar o no en la OTAN. Como a estas alturas no creo demasiado en el sistema y sé que todo llega a manipularse y que los modos de chantaje son muchos y muy variados, no dudaría que en ese referéndum podría llegar hasta a ganar el apoyo a la reforma. No lo creo, pero es muy posible. Tampoco creía que fuéramos a entrar en la OTAN.

¿Quién impone esta reforma? Todos lo sabemos. Se dice que han sido Merkel y Sarkozy. Lo cierto es que ni eso es cierto: han sido los mercados, el capital, la ideología neoliberal que desde hace décadas barre el planeta, cuestionando incluso a los estados más poderosos. Y en eso sí están de acuerdo los dos partidos principales que hacen suyos los principios de esta ideología. Hace ya mucho tiempo que el PSOE abandonó posturas de izquierdas. Resulta hasta simpático ver a Rubalcaba asumiendo posturas progresistas un día y defendiendo la soberanía de los mercados al día siguiente. Aunque en este caso se le ve menos. Supongo que alguien se habrá dado cuenta de eso, del factor coherencia. Supongo también que Rajoy se sentirá mejor si el acuerdo es con la presidencia del gobierno y no con el candidato en la sombra. Supongo también que Zapatero lo tomará como un triunfo personal. Porque sus triunfos van todos en ese camino: ¡qué lejos está el personaje que en su momento despertó ciertas simpatías entre la izquierda del país!

El PNV no estaría en contra de esta reforma, pero necesita aprovechar para exigir su pretensión histórica: el derecho a la autodeterminación; CiU abraza esta reforma como propia, pero se siente marginado porque ha sido elaborada sin su participación; CC pide que se incluya una referencia a la singularidad canaria. Las fuerzas de la derecha están realmente todas de acuerdo con la reforma. ¿Qué nos queda? Lo de siempre: la izquierda. ¿Pero quién se puede tomar en serio a estas alturas lo que digan los sindicatos "mayoritarios"? Siempre se han terminado plegando a los intereses del gobierno. Son sindicatos mantenidos por la política de liberados, subvenciones y cursillos que le ofrecen el gobierno de turno. Deberían acabar de una vez por todas con eso y vivir de sus afiliados.

Otras veces he dicho que el único político que me interesa y me parece coherente es Gaspar Llamazares. También aquí. Veo con tristeza su partida y no me convence nada la llegada de Cayo Lara. Sus intentos torpes y demasiado exagerados de acercarse al movimiento 15M no han hecho sino ahondar más en esta visión. Veamos qué ocurre. Me sumo, eso sí, a la exigencia de un referéndum para modificar este punto tan importante para todos nosotros de la Constitución.