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Noam Chomsky



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Supongo que una de las claves del éxito de Noam Chomsky es su fe en todo lo que hace. Ahora leo Chomsky esencial (Austral, 2012) y me sorprende la opinión con la que abre esta serie de conversaciones. En general dice que el mundo está mucho mejor, en el sentido de que es más libre, que hace unos cuarenta años. En medio de tantas opiniones catastrofistas y pensamientos apocalípticos, Chomsky opina que el Poder está mucho más controlado durante el gobierno de Ronald Reagan que durante el de John Fitzgerald Kennedy, por ejemplo. Igual es cierto. De hecho, él pone muchos ejemplos de las dificultades que tiene el gobierno estadounidense para hacer las mismas aberraciones que hizo en aquella época no tan lejana. El movimiento ciudadano, la opinión pública dentro y fuera, pero especialmente dentro de sus fronteras, controlan más y mejor lo que hacen sus gobernantes. ¿Pero quién es esa "opinión pública"? ¿Los medios de comunicación? No, en esto Chomsky es especialmente tajante. Los medios de comunicación -los mass media- no son sino garantes y defensores a ultranza del poder económico que los posee y genera. De hecho, todos están en manos de ese poder (prensa, televisión y, en menor medida, radio). Supongo que alguien pensará que no es así. Recuerdo una conversación reciente con alguien, cuya opinión valoro mucho y tengo habitualmente muy en cuenta, que me decía que era obvio que cuando un periódico no triunfaba, era porque su opinión o su línea editorial no interesaba a nadie. ¿Me sorprendió tanta ingenuidad? No, la verdad es que no. Supongo que eso creerán o querrán creer una gran mayoría de personas que no se han detenido demasiado a pensar al respecto, o no se han documentado lo suficiente, o simplemente no conocen la naturaleza de los hechos. En España, hemos tenido el ejemplo que contradice esa misma afirmación hace unos meses. El cierre del diario "Público". Es cierto que era ya el cuarto diario de información general por número de ventas en España. Se supone que si hay bastantes más de cuatro cabeceras que funcionan, más o menos, también debería hacerlo "Público". Pues no. Es algo que ya sabíamos: hoy día los costes de un periódico diario son muy superiores a los que reporta la venta de este en los kioscos, o por medio de suscripciones, o sus ingresos por publicidad. Los sueldos de los periodistas y técnicos, la inversión constante en locales o sedes, maquinaria, tintas y papel y la distribución del periódico supone un coste muy superior al 1.30 euros que actualmente cuesta. Más si le restamos los cuarenta o cincuenta céntimos que se lleva el puesto de venta. ¿Cómo se soportan esos costes? Obviamente, con el respaldo de uno o varios poderosos grupos detrás, a los que no les suponga demasiado en su volumen total de negocios las pérdidas económicas que genere el periódico, a cambio de la posibilidad impagable de controlar un medio desde el que lanzar sus proclamas de todo tipo. La dependencia de la liquidez que inyecta el sistema bancario y sus ramificaciones empresariales a los grupos de comunicación es el mejor garante de que estos estarán siempre dentro de los límites que se acuerden. ¿Es necesario avisar de esto? No. ¿Es necesario advertir a los equipos directivos o consejos de redacción de los periódicos de esto? No. ¿Es necesario advertir a los periodistas o redactores de esto? No. Me encanta cuando algún amigo periodista me asegura que a él nunca nadie le ha dicho lo que tiene que escribir o lo que no. Claro, ni falta que hace. Pero eso ocurre aquí, en España, y en los Estados Unidos, como dice el propio Chomsky en este librito de conversaciones, no sé si reales o fingidas, que cualquier persona que desee profundizar en algunas de las claves principales de este principio de siglo XXI, debería conocer.