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No a la guerra en Libia

Nunca me han gustado las siglas de los organismos internacionales, ni de los que se supone que se ocupan de administrar el bien. No me gustan los criterios de UNICEF (una persona con diecisiete años no es un niño en casi ninguna parte del mundo, otra cosa es que no pueda votar en unas elecciones), ni me parecen demasiado claros los objetivos reales de la FAO (¿el reparto más justo de los bienes, de los alimentos?). Pero cuando hablo de estos organismos, el que más detesto, incluso más que al FMI, es la OTAN. Voté "No a la OTAN" en su momento. Ya he salido de dudas: no recordaba si podía votar entonces, pero sí, tenía ya veintiún años. Y volvería a hacerlo una y mil veces. Y más ahora, que se ha diluido en el tiempo ese enemigo potencial o esa excusa lamentable que era el Pacto de Varsovia. Y detesto cada una de sus acciones: todas y cada una.

Ahora se trata de los bombardeos sobre Libia. Estamos de acuerdo en que este mundo sería más habitable sin personajes como Gadafi. Ya hemos dejado muy claro eso. Pero no sólo Gadafi: hay muchos más y también los hay en los países democráticos. El mundo sería mejor sin la participación pública de personajes como los Bush, padre e hijo, por no mencionar a algún otro más cercano. ¿Por qué dicen que este ataque es diferente? Verán: yo siempre he pensado que si en la época de la intervención militar en Irak, el partido en el poder hubiera sido el PSOE, también hubieran prestado su ayuda a Bush, como hizo sin reparos Tony Blair. Ahora hablan del apoyo de Naciones Unidas. No es verdad. La ONU, más siglas, sólo avala la defensa del espacio aéreo de Libia. No bombardeos indiscriminados sobre las ciudades. Ni siquiera el intento de derrocar a Gadafi. Ahora nos pintan a los rebeldes como hombres justos y demócratas. Recuerdo esa foto que publicó hace unos días El País en su portada, en la que aparecían dos rebeldes metiendo en una ambulancia a un soldado de Gadafi, rodeados de un público civil, expectante, que portaban casualmente una pancarta que transcribían a pie de página: "Gracias, Sarkozy." Ojalá no tengan que comerse sus palabras, como siempre ha pasado. Ojalá no se convierta Libia en otro Irak que, años después, sigue en una de las peores guerras de las últimas décadas, o en otra Argelia donde se apoyó un golpe de estado del ejército tras la victoria en las elecciones libres del Frente Islámico de Salvación, o en otra Irán. ¿Nadie tiene nada que decir al respecto? ¿Dónde están las masas de ciudadanos que se manifestaron bajo lemas como el "No a la Guerra" o el "No hay Guerra Justa"?

Viñeta de Forges, publicada en El País