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Literatura y después. Reflexiones sobre el futuro de la literatura después del libro.



Amaneció una mañana algo fresca, pero que inmediatamente fue tomada por el sol. Es imposible obviar el sol si vamos a pasar unos días en el monasterio de La Cartuja, uno de los espacios más hermosos y cuidados de la ciudad. En otro tiempo, nexo de unión entre Europa y las Américas, o las Indias Occidentales. Por unos días vuelve a ser algo así. El motivo es este seminario-encuentro que organiza la UNIA, Literatura y después. Reflexiones sobre el futuro de la literatura después del libro, en el que participan, entre otros: Sergio Chejfec, Rodrigo Fresán, Reinaldo Laddaga y Josefina Ludmer, los cuatro escritores argentinos, más o menos publicados en España, más o menos conocidos. Ese bien podría ser uno de los temas que se tratan en el curso: ¿son más valiosos los escritores a partir de que son publicados en libro, pese a llevar años haciéndolo en blogs, diferentes medios digitales e incluso en libro, en ese concepto-objeto que es el libro, en su país? Probablemente más conocidos sí. Yo más que del libro hablaría del papel, incluyendo también a la prensa más o menos periódica. Casi todos los autores colaboran asiduamente en algún medio impreso, sea periódico o suplemento o revista cultural. ¿Por qué casi todos los participantes en estos eventos son periodistas?

El artífice es el multifacético Pedro G. Romero, autor de Las correspondencias (Periférica, 2010), especialmente vinculado al mundo del arte y el flamenco. Según nos han contado hoy, fue él quien se puso en contacto con Ignacio Echevarría y le transmitió la idea de trabajar sobre el concepto "Literatura después del Libro". Así, de la mano de uno de los más destacados críticos actuales, fueron dando forma a este evento que, además de los cuatro autores argentinos ya señalados, cuenta con la presencia de Belén Gopegui, Julián Rodríguez, Teresa Moure, Luis Magrinyá, Ramón Buenaventura, Eloy Fernández Porta, Germán Sierra y Gonzalo Torné. Desde luego, el asunto promete.

Pero hay problemas: el horario hace que sea muy complicado acercarse al Monasterio de la Cartuja para asistir como público. No todo el mundo dispone de sus mañanas y tardes con cierta libertad. Por otra parte, el evento seminario parecería destinado a público universitario pero, al menos en la primera sesión de mañana, no había demasiado, aunque en esa primera sesión la sala estaba prácticamente llena.

Abrió el turno de intervenciones el director del seminario, Ignacio Echevarría, con una charla-presentación en la que expuso cómo le llegó la iniciativa, ya he escrito que por medio de Pedro G. Romero, y el abanico de posibilidades que se le ocurrieron. Es cierto que el tema del impacto de lo digital en la Literatura y, por lo tanto, su pervivencia o no tal y como hoy la entendemos ha hecho correr ríos de tinta. Pero al menos en Sevilla no conocía aún una propuesta como esta, por lo que se trata de una buena ocasión.

Dos citas vertebraron su charla: una de Francisco Rico y la otra de Juan Benet. La de Francisco Rico es tramposa: epatante pero tramposa, lo que tampoco me sorprende demasiado viniendo del insigne profesor. Se trata de un diálogo supuesto entre Juan de Mairena y un alumno que le lleva al primero a demostrar que si a alguien no le parece digna de ser llamada Literatura una letra de Jarabe de palo o el guión de Médico de familia o de un sketch de Martes y trece, del mismo modo le estás quitando ese nivel a una jarcha, o un romance o no recuerdo a qué más. Se trata de que la jarcha o ese romance no fueron creados con la pretensión de ser considerados hechos literarios, pero eso no significa nada. No se puede valorar igual el hecho diacrónico que el sincrónico.

Mucho más interesante para este contexto, aunque tampoco demasiado novedosa, es la cita de Juan Benet en la que se dice que el libro ha sido durante siglos lo que nos ha ayudado a determinar lo que es literario y lo que no lo es. Efectivamente, todos los aquí presentes hemos sido educados en esa idea. No significa, obviamente, que todo lo que aparezca editado en libro sea bueno o culto o elevado o digno, nada de eso. Pero desde el Renacimiento y su sistema de pensamiento, el Humanismo, la figura clave en la Literatura ha sido el autor, y prácticamente cada uno de ellos, ha procurado y deseado en mayor o menor medida ser publicado, llegando incluso a ser considerado fracaso el hecho de no hacerlo. Aquí entramos en la conferencia que ofreció el autor argentino Reinaldo Laddaga, que ahondó en esta idea, exponiendo los motivos de esta necesidad de ser editado: bien para crear un objeto digno, bien para encontrar la consagración, o reconocimiento, aunque en la mayoría de los casos persiguiendo ambos objetivos.

Reinaldo Laddaga es profesor en Nueva York. Me costó seguir su interesante conferencia por varios motivos, el principal de ellos que parecía que le molestaba el micrófono y se alejaba de él constantemente, tanto como se dirigía a su compañero de mesa, apartándose así de él, como si hablara para él y no para el público. Por otra parte, cuando le preguntaban algo no terminaba de responder, aunque cuando lo hacía aportaba ideas muy interesantes. Tituló su conferencia: La literatura en la declinación de la cultura del libro.

Básicamente podía haberse llamado: El autor en la declinación... Partiendo de las tésis de dos de los teóricos más influyentes del siglo pasado, Foucault y Derrida, trataba de trasladarlos al momento presente. Es difícil explicar el concepto de autor en un mundo colapsado por el hecho digital. Muy interesante la idea de que el autor habla y habla hoy día sin parar, incluso sabiendo que nadie le escucha. Y, desde luego es así. Sólo que a algunos se les escucha más y a otros menos.

En los próximos días haré una breve semblanza de algunos de los participantes y sus intervenciones.