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La época de Botchan, de Jiro Taniguchi y Natsuo Sekigawa



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Uno de los cómics que más me ha interesado siempre ha sido La época de Botchan, del dibujante Jiro Taniguchi y el guionista Natsuo Sekigawa. Son siete volúmenes que, en España, ha editado Ponént Mon y que cuenta la historia del Japón en la era Meiji. Aunque se tratan muchos temas, el guión se centra en la vida del escritor esencial de esa época en Japón, Natsume Soseki.

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Me gusta mucho esta viñeta que lo representa sentado en su estudio, rodeado de papeles y libros, trabajando en cualquiera de sus numerosos escritos. Me gusta imaginarme así a mí mismo. El rostro del autor deja entrever el estado de ánimo del creador que sufre con su obra. Soseki viajó a Londres, fue uno de los primeros estudiantes becados por su gobierno para conocer las costumbres y los usos de Occidente, literarios y no. El impacto emocional que sufrió le dejó secuelas que se irían agravando a lo largo de su vida y que, de alguna manera, proyectó en su obra que ya sí podemos encontrar traducida al castellano. Probablemente, Taniguchi se inspiró en esta imagen real de Soseki:

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Yo recomendaría especialmente Kokoro, editado por Gredos con traducción y notas de Carlos Rubio, y que lleva ya agotadas varias ediciones, Sanshiro, editada en Impedimenta y traducida por Yoshino Ogata, y la más reciente de sus novedades en nuestro país, El caminante, editado por la interesantísima editorial Satori, con traducción conjunta de Yoko Ogishara y Fernando Cordobés. Pero, al parecer, su novela más conocida y la que marcó una época fue Botchan, que nos ha ofrecido, con una buenísima acogida de público y crítica, de nuevo la editorial Impedimenta con la traducción de José Pazó Espinosa. Cualquiera de estas ediciones son, además, hermosísimas. Y a esta última novela se refiere el manga que les estoy ofreciendo.

A lo largo de la novela desfilan los principales personajes de la época. La era Meiji fue una revolución, si se puede hablar de revolución cuando esta es impulsada por el gobierno conservador del Emperador. Ningún estamento de la sociedad nipona quedó fuera de este profundísimo cambio. Y todo esto en apenas cuarenta años. Hace poco conversaba con algún amigo del estado contradictorio, podríamos llamarlo "neurótico", que presenta la sociedad japonesa. Las razones hay que encontrarlas en esta época. Los cambios se realizaron, pero no quedaron arraigados en el pueblo. Para eso tendrían que haber pasado quizás varios siglos. Y aclaro: la revolución sometió con absoluta firmeza y crueldad cualquier intento de avance desde las izquierdas, igual que ocurrió a finales de la segunda guerra mundial, cuando el gobierno, títere de Estados Unidos, machacó a las izquierdas con las tres armas que todos conocemos: el dinero, las armas y la publicidad falsa.

La acumulación de datos y de nombres, prácticamente desconocidos para el lector occidental profano en la materia, es el único inconveniente que puede tener este cómic, pero los personajes principales ofrecen vida. Estos días, he recordado esta historia porque he podido leer la nouvelle La bailarina, de Ogai Mori, gracias a la edición, de nuevo, de Impedimenta y a la traducción de los ya citados Yoko Ogishara y Fernando Cordobés: es una novela preciosa. Ya conocía la historia que contaba, porque forma parte de este fresco de la historia reciente japonesa que es La época de Botchan. Ya lo he dicho: uno de los comics de los que mejor recuerdo tengo.