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Juventud abandonada (2016)

Foto: es.dreamstime.com
España posee en estos momentos la generación más capacitada de todos los tiempos. El acceso universal a la formación ha traído consigo que muchos padres nos sintamos orgullosos del esfuerzo realizado por nuestros hijos y también, de nacer o vivir, en un territorio en donde las políticas sociales han permitido a los que así lo han deseado, adquirir unos niveles educacionales acordes con las capacidades de cada cual, las dosis de voluntad esgrimidas y el esfuerzo desarrollado para conseguir las metas que se propusieron.
La contrapartida a lo dicho es sabida por todos. A muchos de ellos, de nada les ha valido el esfuerzo. Es decir, no han podido entrar en el mercado laboral y, los que lo han conseguido, disfrutan de unos sueldos pírricos, de unos abusivos horarios o, en muchos casos, cansados de esperar una oportunidad, han hecho la maleta y se han largado a otro país para ser explotados.
Y esto es triste, sí, pero también vergonzoso. Este derroche, esta fuga de cerebros que gangrena el futuro inmediato de España, esta sangría, nos pasará factura en los venideros años, digan lo que digan algunos políticos de derechas que no entienden que todas las personas somos portadoras de derechos, y que dicen ahora, con sus mentiras, que les harán regresar a su país.
Mienten, saben que eso no será posible excepto en un número irrisorio de personas porque, los países de acogida, aquellos en los que se han podido instalar, han conseguido una mano de obra cualificada, deseosa de trabajar y demostrar sus capacidades y, además, para más dicha, su formación nada les ha costado puesto que la hemos abonado con la caja de todos, esa que cada vez está más enjuta y polvorienta.
Los que conseguimos cambiar de status social en los albores de la democracia en este país, a mediados de los años setenta del pasado siglo, espoleados por unas políticas que propiciaron una formación dada y el posterior acceso a un puesto laboral retribuido acorde con las capacidades obtenidas, no podemos más que estar en desacuerdo con las políticas impuestas por los gurús de esta nueva raza de liberales que anteponen la economía, la rentabilidad, el negocio en definitiva, por encima del bienestar de la ciudadanía.
Hay cuestiones que no pueden dejarse a la iniciativa privada, jamás. Y la educación, el trabajo, la cultura, la sanidad, la dependencia y la seguridad integral de las personas no son negociables. Son derechos inalienables del ser humano.

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28/07/2016 06:42

Gracias Paco por no olvidarnos.