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"Víctimas", por Miramamolín, el Moro

La palabra "víctima", referida a personas, tiene varias acepciones: la destinada al sacrificio, la que se ofrece o expone voluntariamiente en obsequio de otra persona, la que padece daño o muerte por culpa ajena, por causa o por accidente fortuitos, la que padece las consecuencias dañosas de un delito.

La expresión "hacerse alguien la víctima" se interpreta como "quejarse excesivamente buscando la compasión de los demás".


La historia de la humanidad está plagada de víctimas. Sin verdugos y víctimas no se entendería la historia. Y sin accidentes y catástrofes, tampoco. Raro será el humano que no tenga una víctima en su entorno familiar, dicho sea en sentido estricto, que en sentido lato casi se podría afirmar que todo humano es víctima de algo, sea delictivo o no, por ejemplo, una infección cualquiera, que casi siempre se contrae fortuitamente, tal que la gripe, diría.

Entiendo que en sociedades como la nuestra, estado de derecho -dicen-, con seguridad social universal, lo que incluye derechos de clases pasivas, pensiones de viudedad, servicios de psicología y psquiatría, etc… se constituyan asociaciones de víctimas enfocadas al consuelo mutuo, o a acciones conjuntas de tipo jurídico contra los causantes de su daño, simplificando procedimientos y abaratando costes (que, por cierto, van a desparecer al incluirse estos casos entre los que tienen derecho a la justicia gratuita).

Pero cuando leo en documentos oficiales de alguna asociación, por ejemplo, que "es una organización apolítica de carácter benéfico asistencial que fue constituida (…) con el objeto de socorrer a todas las víctimas (…) del abandono y marginación del Estado, así como de muchos sectores de la sociedad española…" Y que "el papel de la asociación ha sido imprescindible para la consecución de importantes medidas políticas ", me parece que me están tomando el pelo. ¿Porqué?

1) Porque no me creo que el Estado abandone y margine a dichas personas, lo mismo que no abandona ni margina a las víctimas de tantos y tantos accidentes y enfermedades. Y si alguna vez lo hace -por torpeza, lentitud o acumulación de casos-, lo que hay es que luchar políticamente para que, bien dotado de medios adecuados, funcione, y no plantearle a la sociedad un chantaje emocional continuo al exigir privilegios derivados de la causa del sufrimiento. Y tampoco me creo que ninguna víctima de las que se asocian sea abandonada y marginada "por muchos sectores" de la sociedad española, salvo casos aislados, bien sea por las peculiaridades de una víctima concreta (torturadores durante el franquismo, por ejemplo), o porque lo practiquen los mismos que propiciaron su desgracia, claro. Lo que sí puede ocurrir es que, como la vida sigue para todos los vivos -incluídos los miembros de tales asociaciones-, a partir de determinado momento, la ciudadanía se ocupe de sus propios afanes; dicho sea con todo el respeto, pero con el refranero (tildado de infalible): "el muerto al hoyo y el vivo -incluido el asociado- al bollo".

Me pregunto, además: ¿por qué ha de ser distinto un muerto, un huérfano, o un herido, de otros? ¿Porqué unos herederos o causahabientes han de cobrar más pensión que otros o gozar de asistencias psicológicas y otras ayudas, que el común de los sufridores no alcanza? El ciudadano víctima de una carretera mal trazada ¿tiene menos derechos que el que lo es de un pistolero?, ¿o el que muere en accidente laboral (he leído estos días que se producen casi 3.000 al día), con frecuencia por ciertas prácticas, que se podrían calificar como de "terrorismo laboral"?.

Recuerdo que hace unos años, dos días antes de un suceso terrorista brutal que provocó manifestaciones, espectáculos televisivos y movimientos mil, un guardia civil retirado paró a una pareja de novios en Madrid y le preguntó al muchacho:

- ¿Tú eres moro?
- Sí - contestó el chaval
- Pues ¡toma! - y lo mató a tiros.

Está en las hemerotecas y cualquiera puede comprobarlo. Nadie se manifestó por ello, ni se pintó las manos de blanco, ni encendió un mechero. Por supuesto nigún político asistió a su entierro, ni éste salió en los telediarios. A mí me gustaría saber si la familia de ese chaval goza de las canonjías que, a no dudar, gozaría la de su agresor si hubiese muerto a manos de "un moro", por poner un ejemplo.

2) Y no me creo que siendo apolítico nadie trabaje para obtener resultados políticos, porque el concepto de apoliticidad es falso de toda falsedad: toda actitud ante la vida, consciente o inconscientemente, es política. A estas alturas, me parece a mí, está claro que las víctimas se emplean como pretexto político, precisamente, por unos y otros, buscando beneficios de variada índole: ¡hasta se le ha dicho a una madre de víctima que se meta a su hijo muerto por el culo!

En suma, es un asunto que me suscita muchas dudas y mucha desconfianza. Es posible que me equivoque, porque ni soy el Papa de Roma ni el refranero español, falible por tanto mi condición, pero me barrunto que estamos ante lo de "quejarse excesivamente buscando la compasión de los demás", que dice el diccionario de la RAE. Y mejores pensiones, añado yo.