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¡QUÉ FUERZA!

Pero que fuerza la del futuro de subjuntivo. Y que sensibilidad la de mi turboturbante. Os lo voy a contar con detalles, porque me parece algo insólito sólo comparable a la revolución literaria en conjunción con la física cuántica.

Como saben muchas criaturas ya, yo tengo más de ochocientos (800) años de edad, y cuando volví a la vida fui dotado de mi herramienta principal por una organización cuyo nombre no menciono aquí porque no me pagan publicidad, del mismo modo que no me pongo chilabas de marca porque no soy un hombre anuncio gratis, faltaría más.

Pues bien, en la primera vida si algo me gustaba de los castellanos era el uso del futuro de subjuntivo, quizá porque me traía el recuerdo de sonidos de mi África natal, por ejemplo: si oía "el que bebiere", me sonaba a "berebere"; e incluso, ya en el túmulo, tuve ocasión de leer, en papelorios acercados por el viento, transcripciones de discursos y soflamas que comenzaban con eso de "seré berévere", que era mentira, pues precisamente esos ocupaban varias páginas en las revistas y los periódicos.

Más tarde, a finales del siglo XVII, tuve noticias de la existencia de un tal Ansaldo de Ansaldis, eminente y erudito jurista de por allí donde el Vaticano, porque junto a mi túmulo se sentaban a platicar algunos canónigos y abogados aburridos. Me llamó la atención el nombre, eufónico para mí, y por eso se me quedó en la memoria, además del hecho de que supiera hablar varios idiomas, entre ellos el castellano, de gran influencia por entonces en Italia.

Lo que no podía imaginarme nunca era que el tal Ansaldo también reviviría y que un día nos conoceríamos personalmente en un hogar de pensionistas, pero no de la tercera edad, quiá, sino de la nona, en su caso, y de la vigésima cuarta en el mío. Platicamos de todo, especialmente de las leyes mercantiles y vaticanas que él dominaba y de las que yo imponía en mis días de poder terrenal, llegando a un acuerdo por unanimidad binaria: todas eran perfectamente desechables.

Un día capté con el pitorro ecológico del turboturbante un manifiesto publicado en las españas actuales, en el que se defendía el uso del futuro de subjuntivo, lo que, por lo expuesto arriba, me entusiasmó y me di de alta en el grupo. Luego se lo conté a don Ansaldo, entre infusión e infusión, lo que le produjo una especie de beatífica sonrisa y su deseo de apuntarse también al grupo. Nos despedimos y quedamos en vernos otro día.

Cuando, ya en mi domicilio secreto, entré en el correo electrónico, el primero que vi fue uno que el sr. de Ansaldis me había enviado. Era éste:  

soneto-ansaldo

Quedé perplejo cuando leí que él era el autor, le contesté agradeciéndole el envío y desde aquí insto a las gentes de ADEFUSUB para que lo cuelguen en la web que están preparando y que, supongo, pronto estará activa.

Y tras ese baño de subjuntivos, ¿qué me quedaba, sino una buena cena y una dormida de chaval?