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"Pueblo ( y 2 )", por Miramamolín, el Moro.

"Decíamos ayer ... " (¡je! ... ).

Quiero decir, pajarillo de las marismas, que el otro día me preguntaba que cuándo hablaría el pueblo, si es que existe.

En este punto parece bueno que te aclare esta mi duda, porque para mí es obvio que existe gente, mucha gente, quizá demasiada gente; y, por referirme sólo a "nuestro entorno", estoy convencido de que hay una serie de notas comunes a todas las gentes que quizá induzcan a algunos a pensar que existe un Pueblo, o varios Pueblos, por aquello de las identidades, las vocaciones vitales, memorias e imaginarios colectivos, herencias culturales, etc ..., conceptos todos que, cual excrementos ideológicos, se nos vierten desde las más conspicuas tribunas sin mirar donde caen.

Y esas notas comunes no son otras que las lógicas si nos atenemos a la capacidad "pensante" de las masas: consumir lo que el malquetín nos ordena, oir lo que nos endilga, ver lo que nos muestra. Sobre estas bases habría que concluir que en el llamado mundo occidental hay un solo Pueblo, o conjunto de gentes, porque a todas gobierna el mismo malquetín. En otras latitudes, todavía, este papel lo desempeñan las religiones como aquí, hasta no hace mucho, los púlpitos eran el equivalente de los modernos televisores.

Perdona, pajarillo, si te ofendo, pero el Pueblo ése, indeterminado, no parece tener mucho de humano en sus conductas (entendiendo por humano lo que se hace de modo racional, a diferencia de lo animal, producto de los instintos). Parece haber asumido su nuevo destino como masa y, a mí al menos, se me aparece como algo informe, manejable, golpeable, moldeable, cuyo único fin lógico parece ser el de acabar frito para devenir churro (o calentito, o tejeringo, de masa o de papa, es lo mismo).

Porque ¿hay que enorgullecerse de la humanidad del pueblo cuando vocifera en los estadios al tiempo de arrojar papelorios sin cuento, o cuando emponzoña campos y playas con toda clase de marranadas, desprecia a los marginales que en el mundo son, aplaude a los sacaperras de turno encumbrándolos a su propia costa, se divierte cuando se lo mandan o, aberración de aberraciones, acude a matarse con los vecinos cuando se lo ordenan, ... por poner unos ejemplos nada más?.

Yo creo que no y me asombro -sí pajarillo, pese a mis ochocientos años de vida soy joven y, por ende, cándido- cuando escucho pomposas voces que afirman campanudamente:

"... orgullo de pertenecer al pueblo y provenir de él" (aplausos).

Y no me vengas ahora con una relación de cosas positivas que realicen los pueblos. Si escarbas un poco con tu patita, un poquitín sólo, verás, ¡oh pajarillo!, que cuando los pueblos, supuestamente, han hecho grandes cosas siempre ha sido, dirigidos por seres carismáticos o grupos dirigentes.

Como aquel día en que el Barí§a, a domicilio, le colocó cinco chicharitos al Madrid: dirigía Cruiff. O, más cercana en el tiempo, la movilización de cuasi toda España contra la invasión de Irak: fue lograda por el carisma del furriel de los marines USA, el chicano Josemari, siempre a las órdenes del general O'bush (¡Pum!), con su iluminada tozudez.

Creo yo.

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ADDENDA:

hace unos dias (ver "La Caja Roja") os contaba alguna de las barbaridades que las marcas hacen para obtener grandiosos beneficios, a costa de la salud de sus semiesclavos, o sin semi, trabajadores, especialmente de las mujeres y los niños. Una de las marcas mencionadas era NIKE; pues bien, he visto estos días cómo los babosos pelotilleros de las tele, comentaban al borde del orgasmo las zapatillas de dicha marca, con incrustaciones de oro, que usó en un partido una tenista rusa. Las zapatillas costaron, creí oir, 1.000,00 ensangrentados dólares.

Arcadas me produce todo ese mundo, pero lo peor es que apostaría a que las ventas de esa marca de zapatillas se habrán disparado.

Lo que os traslado para vuestro conocimiento y efectos, y para que vomitéis conmigo un poquito, aunque sea.