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¿PEDIRÁ PERDÓN?

Hay quienes, a estas alturas, aún se sorprenden de las maravillas "morales" que el estado vaticano es capaz de sacarse de la mitra, cual si mago en pista fuese. No sé si por edad o conocimiento yo dejé de sorprenderme hace tiempo. Por eso no me había pronunciado todavía, de modo específico, sobre la última mascletá con que nos ensordecen los actuales filonazis de purpúreas sayas.


Me refiero a su postura sobre lo de eliminar la penalización de la homosexualidad en aquellos países en que aún se encarcela, tortura, lapida o asesina legalmente a quienes optan por dicha forma de sexualidad o amor.

Sostienen los vaticanos que no, que de despenalizar, nada: lo mismico, lo mismico que los muslimes malosos; en perfecta armonía con quienes viven aún en la edad media, si bien quizá sea oportuno recordar que, aunque los "oficialmente" medievales sean los musulmanes, por aquéllo de la hégira y tal, la hueste vaticana predica -otra cosa es que crea- fantasías medievales paridas en un lugar llamado Nicea hace casi 1800 años, es decir, bastante antes que naciera el islam.

Ha sido la conversación con una de mis mejores amigas, la que me ha hecho sentir la indignación de modo más vivo.

En varias ocasiones me había pronunciado aquí sobre la postura eclesiástica respecto de la homosexualidad, así como sobre mi irreverencia hacia las posturas totalitarias de todo signo. Y partiendo de la consideración del respeto como una especie de carné por puntos, que uno tiene que mantener, dejé dicho -permitidme la autocita- que:

"No deben respetarse las ideologías totalitarias, se dirijan a las cuestiones públicas o a las esferas íntimas de las personas: ni al nazismo, ni al stalinismo, ni al neoliberalismo con su versión light socialdemócrata, ni a las religiones -especialmente las del libro, que son las que mejor conozco y, creo, las más teocráticas-; lógicamente, no se debe respeto a quienes las predican ni a quienes viven de ellas, sean altos cargos de la política, de la empresa, de las religiones, o sean unos simples y voluntariosos "mandados" de dichos altos cargos.

Creo que es obvio: no se debe respetar nada que anule la libertad de las personas ni a nadie que ejerza el cargo de "agresor de la libertad". Aquí hago una matización: como personas que son, sí les reconozco todos los derechos y les presumo la inocencia de la buena fe mientras no se demuestre lo contrario, ...".

De modo que, para mí, esta gente no merece el menor respeto, sino el más profundo desprecio, ya que, por una parte son teocráticos, es decir, dictadores de la peor especie, que condenan por toda la eternidad, no a muerte ni a prisión, y por otra han demostrado a lo largo de la historia su complicidad con casi todas las dictaduras, últimamente con la de los nazis.

Pero no creo suficiente rasgarse las vestiduras. Voy a hacer unas propuestas muy concretas, a ver si, poco a poco, se van civilizando, recuperan los puntos del carné y merecen la convivencia con las buenas gentes del común:

    • en primer lugar, propongo a todos los medios de comunicación que dejen de erigirse en altavoces de la barbarie y les dediquen el mismo espacio que, por ejemplo, a las asociaciones universales de usuarios de condones;

 

    • a los que se autollaman "cristianos de base" les propongo que dejen de inclinar la cabeza para que las jerarquías les tomen el pelo: ¿cómo pueden ser tan ingenuos?, ¿es que no comprenden que la moral y la bondad no tienen absolutamente nada que ver con las religiones, si no es en sentido inverso?;

 

    • también les propongo que se lean la biblia sin nadie al lado que la vaya "interpretando", con lo que podrán comprobar la sarta de burradas que contiene;

 

    • al clero de buena fe propongo que se lea todo lo que el poder vaticano ha incluido en índices y demás listas de prohibiciones, y así verán la luz de la Razón;

 

    • a la gens homosexual, ella precisamente, que abandone toda colaboración con las trasnochadas cofradías, hermandades y demás fanfarrias que se aprovechan de su sensiblidad estética, es decir, que los pasos los vistan los curas o quienes los trujeron; y si las imágenes desfilan desaliñás, allá ellas (y mejor que no desfilen, que cortan el tráfico, coño);

 

    • al estado italiano, que considere al Vaticano como la sede de una mutinacional -verdadera esencia de la llamada iglesia católica, como su propio nombre indica-, le cobre alquiler del territorio e impuestos por los beneficios, como a cualquier otra entidad mercantil; y, naturalmente, que le exija el cumplimiento de los derechos humanos, incluida la igualdad hombre-mujer-homosexual-trans;

 

    • a la ONU, que deje de considerar un estado a la multinacional de las ideas medievales ya citada, que ya se buscará la vida en el club Bildelberg o donde pueda, especialmente en la OTAN, dado su historial de guerras y crímenes;

 

    • a la propia jerarquía vaticana, que toda la legión de homosexuales y pederastas que en sus filas milita sea extraditada a Irán, por ejemplo, con lo que podrán ver cumplidos los siguientes objetivos: a) según su doctrina, podrán estar muy, pero que muy penalizados; b) entrarán en una fase de armonía antes desconocida con una facción islámica importante; c) ahorrarán mucho dinero, porque dejarán de pagar indemnizaciones por abusos sexuales en los países más desarrollados;

 

  • también a la propia jerarquía propongo que, si son capaces del arrepentimiento, vayan pidiendo perdón a la humanidad y que no esperen 500 años como con Galileo, habida cuenta que con las nuevas tecnologías hoy se puede ganar mucho tiempo, como ha demostrado Herr Ratzinger en Gringolandia hace unos meses, lloriqueando por lo de la pederastia, él, que, en su día, ordenó que se disimulara.


Y no sigo, porque me voy a cabrear y eso, a mi edad, no es conveniente. Sólo una pregunta ¿crees que pedirá perdón?

MANUEL RUBIALES REQUEJO
MANUEL RUBIALES REQUEJO dice:
11/12/2008 02:14

plas, plas, plas.... Ojo, son aplausos para el post, no collejas de cura.