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JOLíS

El mundo de los traductores es muy especial. Tened en cuenta que se trata de gentes que pensamos en varias lenguas simultáneamente lo que, lógicamente, nos sitúa en una especie de situación ubicua, ya que estamos, en el mismo momento, por ejemplo, viviendo en el país A, pero pensando como si estuviésemos en el país B para expresarnos del modo que allí lo hacen, siendo ahora nuestro interlocutor del país C.

La primera conclusión es que por dedicarse a la traducción, especialmente la simultánea, puede uno acabar chalado o, por decirlo en mi árabe hispánico mahrúm, séase: majara, para entendernos.

Desde que adquirí mi condición de redivivo y me gano la vida traduciendo del árabe actual, en cualquiera de sus muchas variantes que ya casi domino desde que hice el master, al español moderno, pero conociendo asimismo los árabes y el castellano antiguos, mi aproximación al status locatis es rapidísima.

Pues bien, por si faltaba algo, y como sabéis, en el norte de África hay varios países en los que, por su pasado colonial, se chamulla también el francés, lo que en cierta ocasión propició que tuviese contacto con un profesor de tal lengua. Cuando le conocí fue en una cita a ciegas, como la de los solitarios que buscan amor. ¡Qué impresión, qué susto, madres de mi harén! Fue en un pub y esto es lo primero que vi:

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La oscuridad del local, el follón de las músicas, las risas, las copas, etc... me aturdían. ¿Qué hacía este sujeto con esa expresión? En el servicio no estaba, de modo que nada escatológico sería. ¿Estaría al borde del desmayo por el jaleo, como yo?

Tras sortear unos dardos que dos borrachos lanzaban sin ni siquiera mirar, y acomodar mi vista algo más a las condiciones del tugurio pude comprobar que había algo más:

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¡Un micrófono! ¿Tendría la intención de grabar nuestra conversación? No: es que el responsable de parte del jaleo era él. Prestando atención pude comprobar que era, junto con algunas risas femeninas, la más bonito del tumulto que, por cierto, fue amainando conforme los circunstantes reparaban en lo que cantaba el tipo, por supuesto en francés.

¡Esta gente del CNI ...! Mira que no advertirme. Tuve que echar mano del megaludicosinestesicoionizante turboturbante, activar la función QCEE? (quién coño es éste?) para constatar que el tal JOLíS, además de profesor, no sólo de francés sino de historia y filosofía, era cantautor y chansonier. Descubrí, además, que tiene su web y todo, https://minombre.es/jolis/, y que hace giras por todos los acimutes, que diría, por estar a tono, el De Gaulle aquél, francés y "liberador" de Argelia.

Y ya que he mencionado el tono, en dicha web se puede oir algo de lo que canta el mozo, de modo que si os apetece, adelante.

Y si sois jefes de algún teatro, sala de conciertos, paraninfo o similares, pues llevadlo, que el personal se emociona, como me emocioné yo (que las lágrimas que aquella noche me mojaron las barbas no eran de rija, pese a mis ochocientos y pico años).

Otro día os cuento el resultado de nuestra colaboración, que todavía es "alto secreto reservado sólo a El País".