HABLANDO DE JUSTICIA
Llevo muchos años, más de 800 como sabe quien me conoce, oyendo hablar de justicia, de La Justicia. Pero en los últimos tiempos ya es un continuum casi insoportable, no sé si por las cosas que se leen u oyen, o por el modo en que se dicen o escriben, mas lo cierto es que uno se aburre, especialmente porque nunca tiene los suficientes elementos de juicio para saber quiénes dicen verdad o quiénes mienten y, por tanto, la indignación puede dirigirse contra quien no la merece. El juez que para unos es un héroe, otros le consideran un corrupto; tal político que arrasa en elecciones, está imputado en varios procesos; ¿qué jueces valen, los que hacen alarde memorístico en oposiciones o los que sólo pueden acceder a la judicatura tras decenas de años ejerciendo como abogados de prestigio, según ocurre en otros países?
Bueno, pues con estos desconciertos andaba, y con otros que no vienen al caso, cuando hoy he sabido algo que ignoraba y que, si bien hace reir por lo absurdo, también hace reflexionar por lo macabro y reiterado en otros contextos. Me refiero al conocido (por los expertos, no por mí que, como digo, me acabo de enterar) como el "Concilio cadavérico" o "Sínodo del cadáver". Suena eclesiástico, ¿verdad? Pues sí, es cosa de la SANTA (je, je) Iglesia Católica Apostólica Romana (SICAR).
Lo resumo para quienes lo desconozcan, como hasta hace un rato lo ignoraba quien esto escribe:
. entre 891 y 896 hubo un papa (minusculeo a propósito) llamado Formoso;
. nueve meses después de su muerte, su segundo sucesor Esteban VI, hijo de un cura, (el primero, Bonifacio VI, hijo de un obispo, duró 15 días como papa), que le odiaba por sus relaciones "profesionales" anteriores ordenó desenterrar a Formoso y, revestido el cuerpo ya bastante corrupto de todos sus pontificales, someterlo a juicio por malo, cosa que, vista su biografía, sin lugar a dudas era;
. duró el juicio tres días; le acusaron tres obispos y el defensor de oficio fue un diácono;
. se le acusó principalmente de violación de juramento, de ambición desmedida para ser papa, de cambiar de obispado, cosa que también había hecho quien ordenó juzgarle;
. y se le condenó, claro, consistiendo la condena en deponerlo como papa e invalidar sus consagraciones, arrancarle las vestiduras papales y dejarlo en camisa, cortarle al cadáver los dos dedos con los que "bendicen" estos sujetos, arrastrarlo entre jolgorio por la iglesia y las calles romanas, arrojarlo a una cueva en donde se enterraban los innominados, desenterrarlo otra vez y arrojarlo al Tíber.
Seis meses después, Esteban VI también fue depuesto, desposeído de las insignias, arrojado a una prisión monástica ... y estrangulado.
La SICAR es así, ¡qué le vamos a hacer! a pesar de que se pasa la vida diciéndole a todo el mundo lo que hay que hacer para ser buenos.
A quien le interese conocer más detalles de porqué se odiaban estos sujetos y demás circunstancias del contexto histórico, recomiendo que lean las pags. 61 y ss. del volumen IX de la HISTORIA CRIMINAL DEL CRISTIANISMO de Karlheinz Deschner. Un resumen edulcorado puede verse en http://es.wikipedia.org/wiki/Formoso
Ahora bien, estas barbaridades ¿son cosas sólo del pasado remoto? No. Sólo voy a recordar un caso mucho más reciente y que afecta directa o indirectamente a toda la ciudadanía española:
El cuatro de mayo de 1940 el ciudadano español Blas Infante fue condenado "por responsabilidad política de carácter grave" a pagar una multa de 2.000 pesetas, siendo así que había sido fusilado por las malas el diez de agosto de 1936, es decir unos cuatro años antes. La viuda pagó la multa en su día.
Uno de los jueces se llamaba Francisco Summers e Isern (¿el mismo que fue gobernador civil de Huelva y Granada después?). Los otros, Rafael Añino (militar, no jurista) y Francisco Díaz Pla (perseguidor de Gª Lorca en Granada).
No hubo el recochineo de sacar el cadáver para juzgarlo, pero hubo la injusticia de fusilar a un hombre honrado que siempre trabajó y luchó por las clases humildes. ¿Mejora la humanidad? me pregunto.
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DESCHNER, Karlheinz (1998): Historia Criminal del Cristianismo, vol IX. Barcelona. Martínez Roca, pgs. 61 y ss.
INIESTA COULLAUT-VALERA, E. (2007). Blas Infante, toda su verdad, 1931-1936. Córdoba. Almuzara, pgs. 337 y ss.
ORTIZ DE LANZAGORTA, J.L.(1979): Blas Infante, vida y muerte de un hombre andaluz. Sevilla. Edic. Fdez. Narbona, pgs.361-2
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La imagen es de Wikipedia