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"Fuerza de choque", por Miramamolín, el Moro

El título de esta columna tiene su justificación porque hay una guerra entre las gentes normales y la más feroz carcundia, por mor de los derechos de las personas homosexuales. La gens carca no tiene reparo en recurrir a sus más bizarros paladines que, con este nombre de chocolate a la taza, pretenden dar un baño a la sociedad entera y ponernos de marrón.

Uno de los adalides más activos es un psiquiatra que ha llegado a ocultar en su medio profesional, para que no lo tachen de vago, su condición de andalusí. Esa ocultación ya le hace sospechoso de poco rigorista en sus análisis, por su entreguismo al tópico infundado. Además, se le conoce como miembro de una de las sectas más elitistas de la superstición católica. Estafa, pues, a los lectores cuando sólo firma como psiquiatra ocultando su militancia religiosa.

He aquí los principales venablos que lanza contra todo lo referente a la homosexualidad, el matrimonio entre homosexuales y la adopción por este tipo de parejas:

Que en un 90 o 95% es adquirida (no se atreve a decir "por vicio", aunque puede que lo piense), lo que dicho por un médico no es de recibo ya que la distribución de cromosomas que trae el recién nacido es la que es y le ha sido dada por sus genes, del mismo modo que el propio guerrero, lo quiera o no, nació en Al-Andalus, y aquí creció y estudió. Habría que añadir que, si andando el tiempo, alguien decide cambiar su modo de ser sexual pues muy dueño es, como él mismo ha sido dueño de hacer son su vida lo que ha querido. Naturalmente, siempre sin lesionar derechos ajenos.

Para atacar el matrimonio de y la adopción por homosexuales, parte de que el modelo ideal de familia es el judeocristiano: bien, a él le gusta ese modelo, pero ¿quién y porqué ha establecido que sea el ideal? Hay mucha más gente en el planeta que no es judeocristiana y que se rige por otros patrones, ¿cómo se puede ser tan arrogante y tan acientífico para lanzar ese "lo mío es lo mejón?

Frente a la adopción arguye, fundamentalmente, que el adoptado no decide, que "los psicólogos y psiquiatras" piensan que no es buena y que al adoptado le faltará el referente del otro sexo, con lo que devendrá también homosexual. Le devuelvo esos venablos:

¿Los adoptados por heterosexuales siempre deciden ellos? ¿Qué y cuántos psicólogos y psiquiatras dicen eso y lo otro? ? ¿En qué porcentajes? ¿Qué escuelas? ¿En qué estudios válidos estadísticamente se basan? Que los muestre… si existen.

Llevando al extremo lo del referente del otro sexo, cabría concluir junto al fornido cabo gastador: a) que habría que retirar la patria potestad a las personas viudas, divorciadas, etc… y b) que en una inclusa un niño está mejor que en una familia monoparental u homosexual.

¿Cómo explica el sabio justador que de las parejas hetrerosexuales salgan hijos homosexuales y que de familias archicatolicísimas salgan hijos ateos?

Para afirmar sus argumentos recurre a uno de los llamados "de autoridad": "La Sociedad española de Pediatría ha dicho que según su experiencia…"

Vamos a ver: si en España, hasta ahora, las parejas homosexuales no han podido adoptar, ¿cómo demonios ha podido la sociedad pediátrica realizar estudios randomizados, aleatorios, dobleciegos y en grandes series para afirmar nada sobre el asunto? O miente quien los cita, o miente la S. de Pediatría, o mienten ambos de consuno.

Trata de acojonarnos el brioso atacante diciendo que los niños adoptados van a sufrir enormes daños, pero no especifica cuáles. Se conocen casos de gentes que niegan su lugar de nacimiento para que no los tomen por vagos, ¿qué daños les propinaron sus familias? Y a los que entran en una secta oscurantista, como la suya, ¿qué se les hizo para que así acabasen? Miedo da pensar en los ambientes de dichas familias, tan judeocristianas ellas.

También se conmisera de los críos adoptados por homosexuales, porque van a vivir en un ambiente hostil, y yo le diría que el problema no es que el niño se tenga que enfrentar a eso, sino que la sociedad no está educada para el respeto de lo diferente debido, precisamente, a los siglos de nacionalcatolicismo. Este tipo de argumentación es la misma que se emplea por quienes, racistas, no quieren hijos de inmigrantes o gitanos en los colegios de sus barrios o por los que se oponen a que haya niños seropositivos en las aulas.

Preocúpese el combatiente de que llegue mejor educación a toda la sociedad y no sólo a sus colegios elitistas y verá qué bien puede ir todo: incluso él mismo dejaría de negar su nación, porque se habría "contaminado" de civilidad.