"Clicar", por Miramamolín, el Moro
Este "verbo" es un canto a la onomatopeya, lo reconozco, y no es que yo los odie, no. Es que me parecen una chorrada cuando son innecesarios. ¿Os imagináis que nos diera por las onomatopeyas a lo grande y nos dedicásemos a crear verbos de cuantas existen? Por ejemplo, diríamos "el marine bangeó al periodista", en lugar de disparó, porque la onomatopeya del disparo -en los tebeos- es ¡bang!; o: plaféale (de ¡plaf!), por abofetéale, etc…
Uno de los problemas que nos ha traído esto de los ordenatas es la invasión de la tontería gratuita en la parla y en la escribanía. Yo he visto en papeles comerciales la expresión: "hay que linkar con el cliente", con lo sencillo que es decir: comunicarse, unirse, vincularse... Pero me imagino que el fautor del crimen querría demostrar que, por navegar en internet, sabe una jartá de inglés … macarrónico.
Por si no había bastante con "linkar" también nos ha caído del ciberespacio el nuevo verbo "clicar", derivado de la onomatopeya ¡clic!, ruidito que se supone hacen el ratón y las teclas al pulsarlos. ¿Tan difícil es decir pulsar, como se ha dicho desde que existen teclas en el mundo? A este paso, cuando el personal prepare unas oposiciones le pedirán "tantos cliques por minuto", en lugar de pulsaciones; también podemos imaginar a los pianistas clicando el fa sostenido, el si bemol y demás notas de la escala.
Imaginemos algunas de las formas verbales del "verbo", en plan académico:
Yo clico
tú clicas
él clica
nosotros clicamos
vosotros clicais
ellos clican.
Imperativo:
clique yo
clica tú
clique él
cliquemos nosotros
clicad vosotros
cliquen ellos, etc.
Lo que ahora no pongo en pie es la perifrástica, coño, ¡qué le vamos a hacer!.
También podemos aplicarle el famoso cántico espiritual de las berenjenas:
"Un cliqueador,
dos cliqueadores,
tres cliqueadores,
cuatro cliqueadores,
cinco cliqueadores,
seis cliqueadoreeeeeeees...
forman media docena de cliqueadores;
se le cortan los rabos,
¡media docena de rabos!
Se le vuelven a poneeeer:
¡¡ cliqueadores otra veeeeez !!
O inventarnos acertijos, como el que sigue:
Si clicas y no linkas
o linkas y no clicas
con lo mucho que tú quincas
te salen dos teticas:
¿qué si que es?:
¡Coño, la gallina!.
Otra posibilidad, en los tiempos que corren, es iniciar una revolución, al grito de
"¡ Clicadores del mundo, uníos !" (¡pásalo!)
Y todo ello sin renunciar a un buen trabalenguas, como los hay en todos los idiomas:
El cibernauta se ha clicado
Y se quiere desclicar.
¿Quién lo desclicará?
El desclicador que lo desclicare
buen desclicador será.
Y después de esta, espero, fructífera "comlinkación" (los antiguos decían com-unión) con mis pacientes lectores, voyme al lecho toíto derecho (o dando tumbos, hasta que me despoje del turboturbante, que a estas horas pesa lo suyo).
Y otro día hablaremos de ese imperativo tan estrafalario de "¡contáctenos!".
Uno de los problemas que nos ha traído esto de los ordenatas es la invasión de la tontería gratuita en la parla y en la escribanía. Yo he visto en papeles comerciales la expresión: "hay que linkar con el cliente", con lo sencillo que es decir: comunicarse, unirse, vincularse... Pero me imagino que el fautor del crimen querría demostrar que, por navegar en internet, sabe una jartá de inglés … macarrónico.
Por si no había bastante con "linkar" también nos ha caído del ciberespacio el nuevo verbo "clicar", derivado de la onomatopeya ¡clic!, ruidito que se supone hacen el ratón y las teclas al pulsarlos. ¿Tan difícil es decir pulsar, como se ha dicho desde que existen teclas en el mundo? A este paso, cuando el personal prepare unas oposiciones le pedirán "tantos cliques por minuto", en lugar de pulsaciones; también podemos imaginar a los pianistas clicando el fa sostenido, el si bemol y demás notas de la escala.
Imaginemos algunas de las formas verbales del "verbo", en plan académico:
Yo clico
tú clicas
él clica
nosotros clicamos
vosotros clicais
ellos clican.
Imperativo:
clique yo
clica tú
clique él
cliquemos nosotros
clicad vosotros
cliquen ellos, etc.
Lo que ahora no pongo en pie es la perifrástica, coño, ¡qué le vamos a hacer!.
También podemos aplicarle el famoso cántico espiritual de las berenjenas:
"Un cliqueador,
dos cliqueadores,
tres cliqueadores,
cuatro cliqueadores,
cinco cliqueadores,
seis cliqueadoreeeeeeees...
forman media docena de cliqueadores;
se le cortan los rabos,
¡media docena de rabos!
Se le vuelven a poneeeer:
¡¡ cliqueadores otra veeeeez !!
O inventarnos acertijos, como el que sigue:
Si clicas y no linkas
o linkas y no clicas
con lo mucho que tú quincas
te salen dos teticas:
¿qué si que es?:
¡Coño, la gallina!.
Otra posibilidad, en los tiempos que corren, es iniciar una revolución, al grito de
"¡ Clicadores del mundo, uníos !" (¡pásalo!)
Y todo ello sin renunciar a un buen trabalenguas, como los hay en todos los idiomas:
El cibernauta se ha clicado
Y se quiere desclicar.
¿Quién lo desclicará?
El desclicador que lo desclicare
buen desclicador será.
Y después de esta, espero, fructífera "comlinkación" (los antiguos decían com-unión) con mis pacientes lectores, voyme al lecho toíto derecho (o dando tumbos, hasta que me despoje del turboturbante, que a estas horas pesa lo suyo).
Y otro día hablaremos de ese imperativo tan estrafalario de "¡contáctenos!".