Un poema de María Polydouri

FIESTA
A una fiesta me invitaron los camaradas.
No rehúso. ¡Iré para olvidar!
Me pondré mi vestido rojo
y de mi propia belleza tendré celos.
Al muerto que guardo en mi interior, con orgullo
y cariño, también lo llevaré del brazo.
Seré jovial y misteriosa;
seré una enviada de la Guadaña.
Los camaradas, condenados a muerte, aunque beban
vino en su fiesta, no se emborracharán.
Una maldición estará con ellos,
mas yo seré hermosa y no habrán de sospechar.
Después pedirán una canción, si acaso
esperan una pálida alegría;
pero mi canción será tan cierta
que quedarán confundidos y en silencio.