Un poema de Alberto Tesán
LA CULPA DE TODO
Recién amanecido,
lo repites delante del espejo.
Escuchas los eructos del vecino,
su brillante monserga escatológica.
Te humedeces el rostro
con agua muy caliente
hasta que no soportas el dolor,
y ahora lo repites en voz alta:
No puede estar pasando.
Ella abre la puerta y te contempla.
No dice nada, se baja las bragas,
se sienta, y comienza a orinar.
El sonido te irrita.
Deseas que se vaya.
Cuando acaba, se rasca la cabeza,
se incorpora, y desaparece.
Entonces, piensas en sus labios,
piensas en vuestras vidas,
piensas, no puedes evitarlo,
en piedras y cuchillos.
Vuelves a repetirlo:
No puede estar pasando.
Regresas a la cama
y se hace la dormida.
Introduces tus dedos en su sexo.
Está mojada.
La penetras con fuerza,
hasta que te derramas.
Ella gime, te pide más.
Pero no puedes dárselo.
Está llorando cuando te retiras.
No importa. Todo pasa.
El dinero. La culpa es del dinero.
Pues fíjate amigo Jose que después de leer el poema de Alberto Tesan me he animado y lo voy a seguir yo. Improviso:
TRAYECTO
Bajo las escaleras pensando en ella
me cruzo con mi vecina Rosana que me mira con amor,
seguro que me echaría un polvo
con sus ojos de miel,
la veo tender la ropa interior y me sorie
siempre me sonrie, su ojos de miel.
En la esquina llueve pero en la parada del bus
no,
llegaré tarde al trabajo, pero me importa un bledo el curro.
Anoche soñé con mi prima Amelia,
aquel primer amor, mi prima era caliente,
recuerdo su boca,
el tiempo,
a pasado el tiempo y nadie ha venido a rescatarme
de este silencio manso como la lluvia.
Llueve en la parada del autobús. En las esquinas no.
Ella duerme o llora en la cama.
Yo pienso en el dinero. En la vida.
Ojalá todo fuera un sueño.
¿Qué? Viva el realismo. Estoy dispuesto ha hacer veinte al día como este.
¿Me darán el premio Nobel o el Nuble, que decía mi amigo M.Pacheco.
Besos desde el cinturón rojo. O de lo que queda de él.
Tomás Rivero