No era literatura pero hizo bien
Lo primero que hay que decir de Corín Tellado es que echaremos de menos su aspereza. Los años le habían dado el privilegio de decir lo que pensaba y no templar gaitas. No era políticamente correcta. Yo nunca me he aburrido leyendo una entrevista suya. Con la vejez y los achaques también le fue dada la sabiduría. O, más bien, el escepticismo, que es el primer paso para ver las cosas con claridad.
Lo segundo que hay que decir es que Corín Tellado no fue una gran escritora. Ni siquiera una buena escritora. Fue una mala escritora. Sólo que -alas!- tuvo éxito. Corín Tellado no tenía talento, como el 99 por ciento de la gente que se sienta a escribir. Sólo que ella consiguió vender más libros que los mejores escritores de su tiempo o de cualquier otro tiempo. Las cifras han hecho que Corín Tellado sea tenida en cuenta por los críticos, por los escritores. No habría problema si no fuera que la sociología y la literatura son cosas distintas.
Pero en este artículo quiero salvar a Corín Tellado. Quiero salvar al personaje. Que una mujer asturiana de su época consiguiera convertirse en la autora más leída del orbe hispano suena a milagro. Y quiero, también, salvar a la escritora, lo voy a intentar. Confieso que sólo he leído una novela suya: "No quiero volver a verte". Se desarrolla en un hospital en el que los médicos y las enfermeras, contra todo pronóstico, no se dedican a cuidar enfermos sino a ligar entre ellos. La trama es tan enrevesada que me llevaría cuatro columnas resumirla, pero aún recuerdo los diálogos finales:
-Eres una ratita mimosa.
-No son mimosas las ratitas.
-Entonces eres una critaturita.
-No soy una criaturita: soy una mujer.
Él lo sabía. La estrechó entre sus fuertes brazos, etc.
Evidentemente, nada esto se parece ni a la vida ni a la literatura. Sin embargo, Corín Tellado consiguió algo quizá más importante que hacer gran literatura: facilitó a miles de personas el contacto con el libro, esa cosa horrible. Abolió esa otra cosa horrible que es el miedo al silencio (cuando uno lee, lee en silencio). Proporcionó entretenimiento, distracción, consuelo, la posibilidad de vivir otras vidas. No importa que esas vidas fueran impostadas, fueran mentira: un reflejo deformado de la vida real y las emociones reales. Hubo quien las encontró útiles y hermosas.
Por todo ello, Corín Tellado ocupará un sitio en nuestra historia. Quizá no en la historia de la literatura pero sí en la de nuestra historia más cercana, aquella que tiene que ver con nuestra educación sentimental, luego muy cuestionada. Pero si los libros sirven para hacernos la vida más vivible, ¿quién hizo tanto como Corín Tellado?
Que la tierra le sea leve. Lo que hizo fue para bien.
(Publicado hoy en La Voz de Asturias)
Bueno, Corín Tellado era a la literatura lo que los culebrones al cine, por decirlo de un modo simplista, el resultado es el mismo: millones de personas que no irían nunca a ver una película de Kubrick o de Linch se sientan frente al televisor a desconectar con buenos y malos, feos y guapos, sucios y limpios, ricos y pobres, misión cumplida, la gente sueña, y eso no lo conseguimos ni con un millón de versos. Lo que no puedo compartir es que ahora,a su muerte, poíticos e intelectuales quieran sacar adjetivos imposibles de la obra de esta autora, era lo que era, que no es poco, que es admirable, pero no saquemos brillo a lo que no lo tiene.