La sórdida historia
La muerte violenta de una persona es deplorable, nada lo justifica. Pero el decoro ante la muerte no debe impedirnos opinar sobre el personaje, que era público en el sentido más amplio de la palabra. E Isabel Carrasco era, políticamente, siniestra. Sus propios compañeros de partido la calificaban de "dura", eufemismo que los compañeros de partido usan para no decir esa otra expresión... No sé si los actos de corrupción de los que la acusaban eran ciertos; quizá ahora ya no tenga importancia. Pero su trayectoria ejemplifica lo peor del sistema de partitocracia que padecemos. En él hallaron los caciques de otros tiempos una forma de perpetuarse. No los mismos caciques: otros con coartada democrática y el mismo pelaje. Los caciques de antes no tenían que tomar ninguna precaución: todo era suyo, los jueces eran suyos, la gente era suya. Los de ahora han de tener mano izquierda y guardar las apariencias. Se buscan los subterfugios de la ley, se conspira, se castiga a los medios de comunicación usando armas legales, se reparten prebendas sin violentar las normas, se silencia a los desafectos, se gana uno los apoyos que necesita con los inmensos medios que proporciona ser el dueño de La Llave. ¿Quién sale perdiendo? La pregunta es retórica. ¿Quién sale ganando? También.
La acumulación de cargos y estipendios de Isabel Carrasco tiene nombre pero no lo voy a decir. Subirse el sueldo en plena crisis tiene nombre pero no lo voy a decir. Y hay otras actuaciones que tienen nombre pero no lo voy a decir. ¿Todo era legal? Seguramente. Eso es lo peor.
Políticos como Isabel Carrasco ejemplifican lo peor de nuestro sistema democrático. Estamos hablando de ella porque la han matado, por desgracia. Deberíamos haber estado hablando de ella desde mucho antes. Aún estamos a tiempo con otros parecidos. Nada de tanatorios: juzgados.
Totalmente de acuerdo, José Luis.
Saludos.