Usted está aquí: Inicio / José Luis Piquero / Blog / La sórdida historia

La sórdida historia

Es curioso. Antes de su muerte, no me había fijado mucho en Isabel Carrasco. En medio de la catarata de noticias sobre políticos corruptos y caciques de diputación, seguramente le dediqué algún improperio del tipo que les dedicamos a los Bárcenas y Fabras cuando oímos comentar sus hazañas en un telediario. Ahora que la han asesinado (lo cual lamento sin ambages) asisto a la reconstrucción de su perfil en los periódicos y, ciertamente, da miedo. Iba a decir: "Qué casta de políticos hemos creado". Pero sería mejor decir: "Qué casta de políticos se han apoderado de nosotros".
La muerte violenta de una persona es deplorable, nada lo justifica. Pero el decoro ante la muerte no debe impedirnos opinar sobre el personaje, que era público en el sentido más amplio de la palabra. E Isabel Carrasco era, políticamente, siniestra. Sus propios compañeros de partido la calificaban de "dura", eufemismo que los compañeros de partido usan para no decir esa otra expresión... No sé si los actos de corrupción de los que la acusaban eran ciertos; quizá ahora ya no tenga importancia. Pero su trayectoria ejemplifica lo peor del sistema de partitocracia que padecemos. En él hallaron los caciques de otros tiempos una forma de perpetuarse. No los mismos caciques: otros con coartada democrática y el mismo pelaje. Los caciques de antes no tenían que tomar ninguna precaución: todo era suyo, los jueces eran suyos, la gente era suya. Los de ahora han de tener mano izquierda y guardar las apariencias. Se buscan los subterfugios de la ley, se conspira, se castiga a los medios de comunicación usando armas legales, se reparten prebendas sin violentar las normas, se silencia a los desafectos, se gana uno los apoyos que necesita con los inmensos medios que proporciona ser el dueño de La Llave. ¿Quién sale perdiendo? La pregunta es retórica. ¿Quién sale ganando? También.
La acumulación de cargos y estipendios de Isabel Carrasco tiene nombre pero no lo voy a decir. Subirse el sueldo en plena crisis tiene nombre pero no lo voy a decir. Y hay otras actuaciones que tienen nombre pero no lo voy a decir. ¿Todo era legal? Seguramente. Eso es lo peor.
Políticos como Isabel Carrasco ejemplifican lo peor de nuestro sistema democrático. Estamos hablando de ella porque la han matado, por desgracia. Deberíamos haber estado hablando de ella desde mucho antes. Aún estamos a tiempo con otros parecidos. Nada de tanatorios: juzgados.
archivado en:
Jorge Ordaz
Jorge Ordaz dice:
16/05/2014 16:18

Totalmente de acuerdo, José Luis.
Saludos.

Cesar Romero
Cesar Romero dice:
22/05/2014 11:09

Muy atinada entrada.

bea la de lola
bea la de lola dice:
05/06/2014 17:45

Yo tengo pendiente mi propia entrada en relación a este hecho que, en mi opinión, no habría salido de la página de sucesos si no sirviera para poner colorados a algunos: a los compañeros de partido, a los compañeros de la oposición y a nosotros mismos los votantes. Ah, no, que sólo me he puesto colorada yo (y usted, por lo que veo) leyendo todo lo que ha salido a la luz. Una pena, sin duda, el asesinato de una persona, la que sea. La corrupción, dentro del juego democrático, tiene su sitio para ser juzgada y la vida personal no seré yo quien la juzgue.