La sombra de una duda
¿Qué es lo peor que puede ocurrir cuando uno está viendo una película grabada? Que la cinta se acabe antes del final. Hoy no le ocurre a casi nadie, habida cuenta de que el DVD hace tiempo que ha sustituído al vídeo de siempre. Pues a mí me ha ocurrido esta tarde viendo "La sombra de una duda", que había grabado en VHS hace un par de días. Ha sido una putada pero lo he sentido sobre todo por Eva. Yo, como me sucede con casi todas mis películas favoritas, me la sabía de memoria.
¡Qué película tan enfermiza! Pero hablando de la obra de Hitchcock, esto es casi una redundancia. No creo que haya habido un creador tan perverso y provocador en toda la historia del cine, aunque algunos, quizá debido a sus educadas maneras inglesas, a su aparente corrección de director de industria, no lo hayan percibido. Esto ocurre también en otros ámbitos, como la poesía: no se necesita acudir a la sangre fácil y a las palabras gruesas para poner en un puño al lector. Pero hay poetas que sí lo creen y entonces: colegui, mierda, putada, debuten... Angelitos.
Hitchcock era un gamberro irreverente, un auténtico anarquista que agitaba ante los buenos ciudadanos la moral burguesa como si fuera un paño, aireando las manchas. Anoto en la cuenta a los autores del guión de "La sombra de una duda": Alma Reville, significativamente, la mujer de Hitchcock; su guionista habitual, Ben Hecht; y el inmenso Thornton Wilder, autor de la maravillosa "Nuestra ciudad", otro fresco americano como lo es "La sombra de una duda".
Porque uno de los protagonistas de la película es ese pueblo de tipo medio, apacible, tranquilo, lleno de gentes pacíficas y hogareñas que no se meten en líos, y en el que irrumpe, como una presencia maléfica, Joseph Cotten, un artista, un malvado, alguien capaz de conmover esa tranquila vida hasta sus cimientos. ¿Quién es el monstruo? ¿El asesino de viudas adineradas o los probos ciudadanos útiles y sensatos que viven su existencia monótona y aburrida? Todos son monstruos, quizá, en diferentes escalas.
Me he tomado la molestia de transcribir un diálogo entre Joseph Cotten, Charly en la película, y su angélical sobrina, Teresa Wright, también llamada Charly. Creo que, de algún modo, "La sombra de una duda" constituye una metáfora del arte como medio de agitación, de rebeldía, en medio de las convenciones. Una metáfora perversa que sirve para explicar cómo el artista desafía a la sociedad y pone en duda sus valores, incluso para destruirlos. Aunque, finalmente, sea el artista quien, de manera simbólica o real, acaba siendo destruído, devorado. ¿Me estaré pasando de listo? Puede ser. Sí, es lo más seguro.
Porque no estoy diciendo que Hitchcock fuera realmente un anarquista, un enemigo del sistema. Todo lo contrario: asumió como propios los valores burgueses, tuvo una vida amorosa ordenada y convencional y trabajó dentro de la industria. Pero siempre dejó que afloraran sus contradicciones. O mejor: nunca impidió que sus demonios internos se manifestaran, aunque tuviese la precaución de poner el discurso disidente en boca de los malos, los que al final de la película serían castigados, para satisfacción del sistema, que le daba sus bendiciones. Como los dos amantes de "La soga" o como el tío Charly de "La sombra de una duda".
Bien, ahí va el diálogo. Juzgue cada cual.
"Ella: ¿Cómo puedes haber hecho algo así? Pensábamos que eras el hombre más maravilloso del mundo, el mejor hombre...
Él: ¿Crees que sabes algo, eh? ¿Crees que eres una chica muy lista, no es verdad? Hay tantas cosas que ignoras, ¡tantas! ¿Qué es lo que sabes? No eres más que un chica vulgar que vive en un pueblo vulgar. Cuando te despiertas por la mañana sabes perfectamente que no existe nada en el mundo que te perturbe. Vives tu pequeño día vulgar y por la noche duermes tu tranquilo y repetido sueño vulgar, lleno de dulces y estúpidas ilusiones. Y yo te he provocado pesadillas, ¿no es cierto? ¿O sólo era una mentira de niños? Vives en un sueño. Eres como una sonámbula, como una ciega. ¡Qué sabes tú cómo es el mundo! ¿Sabes que el mundo no es más que una inmundicia? ¿Sabes que si derribaran las fachadas de las casas no encontrarían más que cerdos? El mundo es un infierno. ¡Qué importa lo que pase en él! Despierta. Emplea tu inteligencia. Aprende algo... ".
¡Qué película tan enfermiza! Pero hablando de la obra de Hitchcock, esto es casi una redundancia. No creo que haya habido un creador tan perverso y provocador en toda la historia del cine, aunque algunos, quizá debido a sus educadas maneras inglesas, a su aparente corrección de director de industria, no lo hayan percibido. Esto ocurre también en otros ámbitos, como la poesía: no se necesita acudir a la sangre fácil y a las palabras gruesas para poner en un puño al lector. Pero hay poetas que sí lo creen y entonces: colegui, mierda, putada, debuten... Angelitos.
Hitchcock era un gamberro irreverente, un auténtico anarquista que agitaba ante los buenos ciudadanos la moral burguesa como si fuera un paño, aireando las manchas. Anoto en la cuenta a los autores del guión de "La sombra de una duda": Alma Reville, significativamente, la mujer de Hitchcock; su guionista habitual, Ben Hecht; y el inmenso Thornton Wilder, autor de la maravillosa "Nuestra ciudad", otro fresco americano como lo es "La sombra de una duda".
Porque uno de los protagonistas de la película es ese pueblo de tipo medio, apacible, tranquilo, lleno de gentes pacíficas y hogareñas que no se meten en líos, y en el que irrumpe, como una presencia maléfica, Joseph Cotten, un artista, un malvado, alguien capaz de conmover esa tranquila vida hasta sus cimientos. ¿Quién es el monstruo? ¿El asesino de viudas adineradas o los probos ciudadanos útiles y sensatos que viven su existencia monótona y aburrida? Todos son monstruos, quizá, en diferentes escalas.
Me he tomado la molestia de transcribir un diálogo entre Joseph Cotten, Charly en la película, y su angélical sobrina, Teresa Wright, también llamada Charly. Creo que, de algún modo, "La sombra de una duda" constituye una metáfora del arte como medio de agitación, de rebeldía, en medio de las convenciones. Una metáfora perversa que sirve para explicar cómo el artista desafía a la sociedad y pone en duda sus valores, incluso para destruirlos. Aunque, finalmente, sea el artista quien, de manera simbólica o real, acaba siendo destruído, devorado. ¿Me estaré pasando de listo? Puede ser. Sí, es lo más seguro.
Porque no estoy diciendo que Hitchcock fuera realmente un anarquista, un enemigo del sistema. Todo lo contrario: asumió como propios los valores burgueses, tuvo una vida amorosa ordenada y convencional y trabajó dentro de la industria. Pero siempre dejó que afloraran sus contradicciones. O mejor: nunca impidió que sus demonios internos se manifestaran, aunque tuviese la precaución de poner el discurso disidente en boca de los malos, los que al final de la película serían castigados, para satisfacción del sistema, que le daba sus bendiciones. Como los dos amantes de "La soga" o como el tío Charly de "La sombra de una duda".
Bien, ahí va el diálogo. Juzgue cada cual.
"Ella: ¿Cómo puedes haber hecho algo así? Pensábamos que eras el hombre más maravilloso del mundo, el mejor hombre...
Él: ¿Crees que sabes algo, eh? ¿Crees que eres una chica muy lista, no es verdad? Hay tantas cosas que ignoras, ¡tantas! ¿Qué es lo que sabes? No eres más que un chica vulgar que vive en un pueblo vulgar. Cuando te despiertas por la mañana sabes perfectamente que no existe nada en el mundo que te perturbe. Vives tu pequeño día vulgar y por la noche duermes tu tranquilo y repetido sueño vulgar, lleno de dulces y estúpidas ilusiones. Y yo te he provocado pesadillas, ¿no es cierto? ¿O sólo era una mentira de niños? Vives en un sueño. Eres como una sonámbula, como una ciega. ¡Qué sabes tú cómo es el mundo! ¿Sabes que el mundo no es más que una inmundicia? ¿Sabes que si derribaran las fachadas de las casas no encontrarían más que cerdos? El mundo es un infierno. ¡Qué importa lo que pase en él! Despierta. Emplea tu inteligencia. Aprende algo... ".
Mis felicitaciones por el post.