La secta
Imaginen una secta que exige de sus miembros absoluta fidelidad y absoluta entrega. Los adeptos están obligados a aportar grandes cantidades de dinero y se les exige (en realidad no es una exigencia pero se entiende que es conveniente) vestirse con los colores y símbolos de la secta, hacer proselitismo y defender a la secta en cualquier situación en que se la cuestione. No es obligatorio usar la violencia para convencer al contrario pero no siempre se censura su uso y a veces hasta se estimula, por medios muy sutiles, aunque oficialmente se afirme que es contraproducente y se trate (tibiamente) de ponerle coto.
Los líderes, como suele suceder en estos casos, están forrados, y disfrutan de la admiración sin límites de los adeptos, que les siguen en sus viajes pastorales y les arropan con fanatismo. Algunos adeptos lo son desde la cuna, aleccionados en el amor a los líderes y en el caracter casi sagrado de la causa. Muchos, cuando mueren, exigen ser enterrados con las prendas alegóricas puestas, mientras suenan los himnos de la secta. En cuanto a las ceremonias en sí, tienen una función catártica e incluyen cánticos, gritos y exclamaciones desgarradas. Se celebran en grandes templos, previo pago, y revisten un caracter festivo. Suelen degustarse viandas y no faltan las bebidas espirituosas, a pesar de que la presencia de niños es frecuente.
Muchos amigos y familiares míos -buena gente, sencilla y noble- son miembros de la secta. A mí mismo han tratado alguna vez de captarme pero me he resistido tercamente: soy poco religioso. En cualquier caso, es difícil sustraerse a la función evangelizadora de la secta, que encuentra en los medios de comunicación, públicos y privados, una plataforma aquiescente para la propaganda de sus doctrinas. Los no creyentes (que somos mirados por los sectarios como bichos raros) convivimos como podemos con esa contaminación mediática.
La secta tiene actualmente implantación mundial. Se llama Fútbol.
(Publicado en el periódico "Oviedo Diario")
Los líderes, como suele suceder en estos casos, están forrados, y disfrutan de la admiración sin límites de los adeptos, que les siguen en sus viajes pastorales y les arropan con fanatismo. Algunos adeptos lo son desde la cuna, aleccionados en el amor a los líderes y en el caracter casi sagrado de la causa. Muchos, cuando mueren, exigen ser enterrados con las prendas alegóricas puestas, mientras suenan los himnos de la secta. En cuanto a las ceremonias en sí, tienen una función catártica e incluyen cánticos, gritos y exclamaciones desgarradas. Se celebran en grandes templos, previo pago, y revisten un caracter festivo. Suelen degustarse viandas y no faltan las bebidas espirituosas, a pesar de que la presencia de niños es frecuente.
Muchos amigos y familiares míos -buena gente, sencilla y noble- son miembros de la secta. A mí mismo han tratado alguna vez de captarme pero me he resistido tercamente: soy poco religioso. En cualquier caso, es difícil sustraerse a la función evangelizadora de la secta, que encuentra en los medios de comunicación, públicos y privados, una plataforma aquiescente para la propaganda de sus doctrinas. Los no creyentes (que somos mirados por los sectarios como bichos raros) convivimos como podemos con esa contaminación mediática.
La secta tiene actualmente implantación mundial. Se llama Fútbol.
(Publicado en el periódico "Oviedo Diario")
No se pueden decir más sandeces en tan pocas palabras, chaval.
A quién pretendes convencer? Vas de recalcitrante alternativo.... y lo único que haces es recordarme a los renegados que en todos los mundiales emiten los mismos destemplados alaridos.
Me aburre el fútbol (salvo cuando veo un partido en que los jugadores se encuentran en estado de gracia)y me fastidian hasta el hartazgo los fanáticos de lo que sea, pero descalificar a aficionados (como mi padre) que formaban su equipo en pueblos donde en los años cuarenta se escandalizaban de ver a chavales con pantalón corto, me parece de un fanatismo de mayor calado que el que tu denuncias.
No sé de que me sorprendo... Soy votante y afiliada a IU desde siempre , pero discreparé siempre de los compañeros que, como tú, me hacen bostezar y reflexionar en que ,a lo mejor , manifestaciones de ese jaez nos alejan cada vez más de la sociedad y de los votantes.