La Semana Santa pero El Intermedio
Empieza a ser una tradición personal recordar cada año lo que pienso de la Semana Santa, y aquí va: https://minombre.es/joseluispiquero/2008/03/27/adieu-semana-santa/ . Y eso porque si ellos se creen con derecho a invadir mi existencia cotidiana (y lo hacen) con sus sórdidos ritos, yo defiendo mi derecho a quejarme y discrepar, incluso con acritud. Ayer, zapeando, me encontré con la imagen de un Cristo doliente y ensangrentado y el himno nacional de fondo, tocado con horrorosos cornetines. Casi daban ganas de gritar: ¡Arriba España! Y hoy, mientras caminaba por las calles de Huelva, me di de bruces, a la entrada de una tienda, con un ser que se probaba un capirote morado, acompañado por su sastre o similar. Parecía un auto de fe de andar por casa, una cosa siniestra y fea y ligeramente ridícula. Pero, en fin, lo que pienso de estas costumbres ya está dicho en el link. Afortunadamente, la carraca de la Semana Santa llega... y pasa.
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Hubo un tiempo en que podía recitar La tierra baldía en inglés y en español. El poema entero. Hoy me han pedido la referencia de un verso (lo citaba en una reseña) y he anotado parte de la estrofa sin consultar el libro. Curioso que lo siga recordando de memoria. Lástima que ya no pueda recitar todo el poema. Pero mejor: así puedo releerlo.
Me fue trabajando el olvido.
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Esta mañana di en encontrarme en una terraza de La Antilla con unos de Gijón. Vociferaron su conformidad con el buen tiempo y el pescaíto frito. Yo sentí una punzada de desagrado, como si me ofendiera que se quedaran con lo superficial, que sólo vieran eso de mi patria adoptiva. Me reconocí un prurito de propietario, de aborigen, de enemigo del intruso temporal. A lo mejor el nacionalismo también empieza así, con esa marcación del nosotros, que poseemos las esencias, y el ellos, que invaden y no comprenden y sólo consumen. Que fueran asturianos que no tenían la menor traza del idioma asturiano sólo lo empeoró. Me salía el otro aborigen.
Y como conozco desde dentro algún nacionalismo, sé que empieza así: No has comprendido nada. No sabes lo que yo sé. Yo sé algo muy importante de lo que tú no tienes ni idea. Son claves secretas, sentimentales, esenciales, profundas. Se remontan a mi abuelo y al abuelo de mi abuelo. Yo sé un secreto. Tú no. Yo soy distinto. Yo soy mejor que tú...
Por ese camino hemos llegado a donde hemos llegado: demasiado aborigen.
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Como leo la prensa por internet, he perdido la sana costumbre del telediario; ya no lo necesito. Todos los días me leo de pe a pa El País, El Mundo, el ABC, La Razón y La Vanguardia. También Público y La Gaceta. Pero me he hecho adicto al mejor telediario de la televisión española: "El Intermedio". Ahora que la TDT Party nos invade, "El Intermedio" es el único remanso de agudeza, humor, mordiente, independencia y lucidez que nos queda. Me declaro fan acérrimo del Gran Wyoming y sus colaboradores, los cuales, así como que no quiere la cosa, han tomado el relevo del periodismo crítico y están haciendo el mejor periodismo de investigación de la televisión española, revestido de humor "casual" e incisivamente atrevido. Que no nos falte.
Su parodia de la Semana Santa, paseando a San Luis Barcenas, nos absuelve de la cruda Semana Santa. Gracias también por eso, muy sinceras.
Pues me ganas, José Luis, porque yo nunca fui capaz de recitar de memoria los Cuatro cuartetos, y eso que les di duro, y escuché la recitación de Eliot y de otros muchas veces. Las emociones que me ha despertado Eliot siempre han sido muy pacíficas, casi más intelectuales que otra cosa. Al menos en los Cuartetos él mismo aspira a esa emoción muy represada por el recuerdo, la reflexión moral, la imagen pictórica... bueno, y en casi toda su poesía. Era algo de su temperamento. No soy de recordar versos, no sé por qué, y eso que cuando escribo poesía me noto un metrónomo en la muñeca y las aliteraciones me encantan.