Juan Luis Panero
Lo lamentaré toda mi vida pero no pude ir a la lectura de Juan Luis Panero en el Hospes de Granada, donde hace un par de meses leímos Eva y yo. Lo lamentaré porque creo que ya no habrá muchas más oportunidades de oir a Juan Luis Panero. Pero me fue materialmente imposible ir a Granada.
No creo que haya siempre que escoger en esta vida pero, si tengo que escoger en lo que se refiere a los poetas Panero, mi favorito siempre será Juan Luis. Y me gustan Leopoldo Panero y Leopoldo María Panero. Me gusta incluso Juan Panero, que escribió muy poco. Y me gusta hasta Michi Panero, que no escribió poemas pero escribió un gran poema patético y triste con su propia vida. Pero Juan Luis es el mejor, sin duda.
En realidad ya lo he visto algunas veces. En 1992 coincidimos en un congreso de poetas, ambos invitados. Usando esa circunstancia -yo era, como él, uno de los participantes- le llamé por teléfono a su habitación del hotel y le pregunté si quería tomarse una copa conmigo. No me preguntó por qué o para qué. Me citó en el bar y allí nos encontramos. Yo era joven e indocumentado y temía que me preguntase: "Bueno, ¿de qué querías hablar?". No lo hizo. Llegó, se sentó, se pidió un whisky y empezó a hablar sin parar y no dejó de hacerlo en dos o tres horas, justamente lo que yo quería que sucediese. Justamente para lo que yo le había llamado. Con aquella voz, aquellos ojos... Todo lo que decía era importante. Yo estaba como en misa. A veces los poetas que nos gustan nos decepcionan en las distancias cortas. Juan Luis Panero era exactamente igual que sus poemas: un personaje auténtico por los cuatro costados, un desengañado superviviente, un ser de insólita integridad, un lúcido y amable conversador.
Juan Luis Panero no ha escrito una poesía innovadora, rompedora, que corte y abra caminos. Ha escrito una poesía auténtica en la que cada palabra (gastada, como son siempre las palabras) nombra exactamente una verdad, algo que ha existido, un trozo de vida que sabe y huele y duele y se toca con las manos. Siempre será uno de mis poetas preferidos y alguien a quien haber leído y conocido me llena de orgullo.
He visto en el blog de Fernando Valls el reportaje gráfico de su lectura en Granada (fotos de Manuel M. Mateo) y repito lo que he dicho: lamentaré siempre no haber estado ahí. Una lectura de Juan Luis Panero es lo más parecido a la poesía que se pueda experimentar.
Pues me temo que yo tampoco podré escucharle ya, y mucho menos hablar con él, que sería (esa familia me fascina) lo que más ilusión me haría. Como tú, creo que se ha cometido una "injusticia" al reconocer muchas veces a Leopoldo María como "el genio" de la familia y relegar a su hermano al título de mero comparsa. Los dos son grandes poetas, cada uno en su trinchera, y los dos resultan imprescindibles para explicar lo que ha sido la poesía española en la segunda mitad del siglo pasado. También me alegro de que rompas una lanza por Leopoldo Panero padre (a Juan no lo he leído demasiado), un poeta más que estimable que acabó siendo relegado por su vinculación (muy tibia, eso sí) al régimen franquista.
De todos modos, y como también sabes, si tuviese que escoger al más literario de toda la familia, ése sería Michi.A ése sí lamentaré no haberle conocido nunca.
Abrazos.