La primera vez que leí
El guardián entre
el centeno tenía la misma edad que el protagonista: la edad apropiada para leerlo. No sé qué me llevó a ese
libro
. Estaba en casa de mis padres pero no tenía ni resumen de la trama en la contraportada ni noticia del autor en la solapa. No hace falta decir que fue un absoluto deslumbramiento. Y ese deslumbramiento aún perdura.
Más adelante leí todo, o casi todo, de Salinger:
Franny y Zooey, Levantad, carpinteros, la viga maestra, Seymour: una introducción y
Nueve cuentos
. Incluso me leí su biografía, escrita por Ian Hamilton, y la de su hija, que lo retrata
como
un perfecto cabrón, lo que probablemente no está muy lejos de la verdad. Después de
El guardián, creo que mi
libro
favorito de Salinger es
Franny y Zooey, aunque la competencia con varios de los
relatos
de
Nueve
cuentos
es dura.
Tras la muerte de Salinger ayer, se empieza a hablar de los posibles inéditos que quizá
ahora
empiecen a aparecer. Es para relamerse sólo con pensarlo. ¿O no hay inéditos? Con Salinger nunca se sabe.
En cualquier caso, ha muerto uno de los grandes de la narrativa norteamericana. Y da qué pensar eso de que se muera un inmortal...
Sobre todo, da pena que se muera un inmortal.
Uno menos. Ya no nos dará más (inéditos aparte).