Henos aquí de Pravia
Me gustaría nombrar uno por uno a todos los amigos que he visto en esta fugaz estancia en Asturies, pero no es posible, porque sólo en Pravia se reunieron unos cincuenta. No digo que todos sean íntimos pero sí que son todos, casi sin excepción, gente que admiro por su talante o por su talento o por ambas cosas. Fueron dos días de cordialidad, de conversación inteligente y de risas, tres cosas que uno necesita a estas edades (y a cualquier edad). Encontrarnos una vez al año en Pravia es una de las cosas buenas de la vida.
Aparte de eso, pude ver a mis padres después de varios meses. Hay quien leyendo algún poema mío se figura que soy poco familiar, pero este monstruo perfecto adora locamente a sus padres, y es un amor correspondido, aunque no tengamos costumbre de decirlo. Pero sí de demostrarlo. Nos cobijaron y cuidaron, como sólo saben ellos. Y, en fin, vi a Rakel, a la que cuido porque es mi obligación de hermano mayor. Crucé de vuelta el Pájares recordando los versos de José Luis García Rua: "Y los muchos amores dejados a la espalda...".
Lo crucé el día de mi cumpleaños, 43, y con un resfriado de órdago que me curé en dos días gracias a un medicamento fabuloso, Vincigrip. Lo anoto aquí no porque tenga intereses en la industria farmacéutica (qué más quisiera) sino por afán de hacer de este blog un espacio de utilidad pública (juas!). Antes, mis resfriados duraban un mes. ¡Dos días! ¡Garantizado! En esta época de catarros, sé que me lo agradeceréis.
También ha ayudado el que, a diferencia de lo que había en Asturies, aquí tenemos sol. He vuelto al trabajo intensivo y a mis jornadas de diez horas ante el ordenador. La compañía es buena: Lord Byron, Francis Scott Fitzgerald y Erskine Caldwell. Espero tener algo de tiempo para poder comentar asuntos de actualidad, como las nuevas normas de la Academia de la Lengua, el vergonzoso linchamiento de Sánchez Dragó por parte de esta sociedad de curas disfrazados de progres o las últimas pifias del sultanato de Marruecos, sostenido por nuestro bochornoso gobierno y el no menos bochornoso gobierno francés, con el silencio de la comunidad internacional. Prometo escribir casi todos los días.
Pendant ce temps... je suis un enfant: jouez avec moi!
Aparte de eso, pude ver a mis padres después de varios meses. Hay quien leyendo algún poema mío se figura que soy poco familiar, pero este monstruo perfecto adora locamente a sus padres, y es un amor correspondido, aunque no tengamos costumbre de decirlo. Pero sí de demostrarlo. Nos cobijaron y cuidaron, como sólo saben ellos. Y, en fin, vi a Rakel, a la que cuido porque es mi obligación de hermano mayor. Crucé de vuelta el Pájares recordando los versos de José Luis García Rua: "Y los muchos amores dejados a la espalda...".
Lo crucé el día de mi cumpleaños, 43, y con un resfriado de órdago que me curé en dos días gracias a un medicamento fabuloso, Vincigrip. Lo anoto aquí no porque tenga intereses en la industria farmacéutica (qué más quisiera) sino por afán de hacer de este blog un espacio de utilidad pública (juas!). Antes, mis resfriados duraban un mes. ¡Dos días! ¡Garantizado! En esta época de catarros, sé que me lo agradeceréis.
También ha ayudado el que, a diferencia de lo que había en Asturies, aquí tenemos sol. He vuelto al trabajo intensivo y a mis jornadas de diez horas ante el ordenador. La compañía es buena: Lord Byron, Francis Scott Fitzgerald y Erskine Caldwell. Espero tener algo de tiempo para poder comentar asuntos de actualidad, como las nuevas normas de la Academia de la Lengua, el vergonzoso linchamiento de Sánchez Dragó por parte de esta sociedad de curas disfrazados de progres o las últimas pifias del sultanato de Marruecos, sostenido por nuestro bochornoso gobierno y el no menos bochornoso gobierno francés, con el silencio de la comunidad internacional. Prometo escribir casi todos los días.
Pendant ce temps... je suis un enfant: jouez avec moi!
Mira mi blog, encontrás un video que te va a gustar. El video es cortesía de José Luis Espina.
Aunque a lo mejor ya te lo había mandado.
Un abrazo