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El fantasma de La Redondela (o cómo crear una leyenda urbana)

Soy partidario del chupacabras, de Mothman y de la chica de la curva. Me encantan las historias bizarras. Son patrimonio de la humanidad, como las apariciones marianas o Chiquito de la Calzada. Hágalo usted mismo en casa, como decía la publicidad de antes. Un ovni se construye con la tapa de una aspiradora y un hilo. Yo una vez creé un fantasma, y no estaba mal hecho. Hará unos tres años...

Todas las historias tienen muchos detalles pero os ahorraré la mayoría. El caso es que era diciembre, por la noche, y yo tenía que recoger a Eva en casa de unos amigos que tienen una finca en el campo, en medio de ningún sitio pero más o menos entre La Redondela e Isla Cristina. Para llegar allí hay que recorrer carreteras vecinales sin asfaltar, sin luz eléctrica. Me dieron unas instrucciones básicas y traté de encontrar el camino enmedio de la lluvia (¿no lo dije hasta ahora?: encima llovía). El coche daba tumbos entre baches embarrados.

En un momento dado, confundí la entrada de una finca con el camino que tenía que coger. Al darme cuenta del error, di marcha atrás. Pero la entrada era muy estrecha y estaba muy oscuro. Hubo un violento golpe y me encontré metido en una profunda zanja, el coche caído sobre su costado. A mí no me había pasado nada.

Voy a resumir. Llamé a Eva y a una grúa. Vino la grúa e intentó sacar el coche. Pero pronto quedó claro que no podía sacarlo, porque si tiraba de él, el coche simplemente volcaría. La única solución era llamar a una pluma, una de esas grúas inmensas que podría levantar el coche en el aire y depositarlo en tierra firme. El problema es que la pluma tenía que venir de Huelva y llegar a esa zona inhóspita, casi perdida, a la que realmente no se accedía por carretera sino por un camino de barro. Hicimos los arreglos para que Eva se fuera para casa. Yo me quedé a esperar.

Bien, esta era la situación. Las 12 de la noche en un lugar por el que no pasa nadie y esperando que llegue la pluma de Huelva. Frío y lluvia y soledad. Me dispuse a esperar dentro del coche. Era incómodo estar sentado en un coche volcado pero eso es lo que había. Hasta que me aburrí y noté que la lluvia amainaba y pensé: salgo. Además, aunque le echaba sus buenas dos horas de espera a la pluma, alguien tenía que estar en el camino cuando llegara, para hacerle señas. Me di cuenta de que, cada veinte minutos o media hora, incluso en aquel sitio perdido, algún coche pasar pasaba. En el horizonte oscuro se veían las lejanas luces no sé si de La Redondela o de El Pozo del Camino. Entonces inventé a mi fantasma.

Lo que hice, malvadamente, fue lo siguiente: me aposté al borde del camino, con mi abrigo negro. Me subí los cuellos y adopté la mirada más siniestra que mis facciones vampíricas me permitían. No tardó en pasar, muy despacio, a 30 por hora (más no se podía), el coche de alguien que tendría una casa enmedio de aquellos páramos. Lo que vio cuando los faros me enfocaron al pasar fue una figura delgada, alta, oscura, con una cara pálida e inexpresiva, que miraba fijamente, completamente inmóvil, al interior del coche, con ojos alucinados. El coche aceleró, dentro de lo que se podía acelerar en aquella senda, y pasó como un rayo.

Imagináoslo por un momento: un camino vecinal, difícilmente transitable, en plena noche (ya sería la una de la madrugada) y con lluvia. Una aparición negra, quieta, decididamente siniestra, que no debería estar allí (nadie tenía que estar allí), que no pide auxilio ni dice nada ni se mueve, con aspecto nada cotidiano (el largo abrigo oscuro, urbano, inapropiado) y esa mirada intencionada, cruel, amenazadora, malvada.

No me enrrollo más. A lo largo de las dos o tres horas largas que me tocaron de plantón, pasaron por allí dos motos y unos cinco coches. Me esforcé en mi actuación. Con los últimos incluso ensayé una mueca convulsa y hacía un ademan -muy contenido- con los hombros, como de crispación y de sufriente alma en pena. No paró ninguno. Miento: paró un hombre en moto. Nada más verme, frenó en seco y dijo: "Amigo, ¿le pasa algo?". Yo depuse mi pose draculínea, le expliqué lo del percance, le señalé el coche, le conté que la pluma estaba en camino y le di las gracias. Se despidió con un "Con Dió..." y se fue. He ahí un hombre sensato al que ningún Iker Jiménez podría comer el coco. Por no mencionar su generosa solidaridad. Fue el único. Los demás -estoy convencido- creyeron ver una aparición, una anomalía, algo que aún se niegan a sí mismos haber visto, un fantasma, el hombre polilla. Un suceso paranormal. No un ladrón. No tenía la menor pinta de ladrón. Si hubieran visto a un gitano con una navaja ensangrentada en la mano, algo "real", hubieran parado -ningún isleño o lepero habría dejado de hacerlo- o llamado a la policía. Han tenido pesadillas.

Si a alguno de estos crédulos le hubiera dado por comentar el asunto con un reportero del periódico local y este lo hubiera publicado como anécdota, "Cuarto Milenio" ya le habría dedicado un reportaje al fantasma de La Redondela. He visto en ese programa historias muy parecidas. Y, en esos casos, cuando los testigos hacían su descripción del espectro, imaginé lo que se puede fabular ante una visión borrosa e inesperada, fuera de lugar, en la oscuridad. Pensé en cuánto se puede adornar lo primero que uno ve y lo fácil que resulta, por ejemplo, confundir los faros de un camión con un ovni que vuela alto y hace maniobras extrañas. Con la predisposición adecuada del testigo (y me temo que hoy en día hay un montón de testigos predispuestos a ver de todo), hasta yo puedo ser un fantasma muy aceptable. Recuerdo mi pose, la inadecuación de mi presencia, el factor sorpresa y demás ingredientes, y reconozco que tuvo que ser una visión muy desasosegante, peligrosa, pero no en un sentido físico sino sobrenatural. Sitio adecuado, hora adecuada y un cabrón bromista.

El resto de la historia no tiene mayor interés: vino la pluma, enganchó mi coche, lo sacó por el aire y finalmente pude irme a dormir. Yo sí. Sin pesadillas.
Sara
Sara dice:
29/12/2010 02:55

"Si hubieran visto a un gitano con una navaja ensangrentada en la mano, algo "real", hubieran parado -ningún isleño o lepero habría dejado de hacerlo-"

xDDD, q mala leche tienes!! con lo pacificos que son...

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
29/12/2010 12:05

Bueno, puede lo que del gitano no haya sido muy afortunado...

Josep Carles Lainez
Josep Carles Lainez dice:
29/12/2010 19:22

Muy bien narrado. Qué cabrón. Ahora, lo tuyo con Iker J. es de flechazo...
Besos a ambos
(a Eva, quiero decir).

Tibergo
Tibergo dice:
29/12/2010 19:59

¡Así que era usted, qué cabrón!

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
30/12/2010 01:33

Cabrón usted, que no paró... ;-)
(Buen blog, buenos árboles en esos bolsillos).

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
30/12/2010 01:42

Josep Carles: Iker no es nadie, sólo la cabeza visible (ahora lo es él, ayer Jiménez del Oso o Juan José Benítez, mañana otro) del caradurismo (palabreja que me acabo de inventar) patrio. Lo mejor de todos estos estafadores es que ellos no se creen las trolas que cuentan, a diferencia del espectador medio de sus programas. Para ellos sólo es negocio. Son tan sucios como los contertulios y colaboradores de "Sálvame" y tienen de periodistas lo mismo que estos. Así que ¿por qué no reirnos un poco a su costa? Ellos se ríen constantemente de su público.
Abazos.

tomas rivero
tomas rivero dice:
30/12/2010 12:02

El mérito fue del tío de la pluma, y del teléfono móvil: que inventos los de la guerra.
Ahora bien, el que lo fastidió fue el tío de la moto, que paró. Claro que tú también jodiste el cuento: al contarle la cruda realidad se le pasó el susto. Lo suyo hubiera sido que le espetaras: "Oiga no pare, joder, no ve que estoy haciendo de fantasma, de aparecido. No ve que soy un muerto viviente haciendo horas extraordinarias. Joder, se supone que usted tenía que acelerar y huir despavorido. Se repite: vuelva a pasar de nuevo, y esta vez grite si es posible. Que pierdo mi prestigio y para más inri luego a mí no me pagan: ni los del más allá, ni Iker Jiménez". En fin siempre hay aguafiestas en todas partes. Hasta en un camino de cabras, que le joden a uno sus íntimas fantasias.

Lo bonito de esta historia es que te hubiera pasado un rato antes de las 12 campanadas. ¿Te imaginas? Ni pluma, ni tío de la moto. Tú solo ante 2011 asustando al tiempo. Al reloj. A la nada. Y en ese frío espacio intemporal de habitantes que huyeron, deshabitada el alma, seguro que aparece un cámara de Cuarto Milenio te pide un autógrafo y el que se acojona eres tú.
No somos nadie. Y seis media docena. Feliz y fantasmal 2011. Porque seguro que este nuevo año viene con más fantasmas que el anterior. Ya lo decía Aute: "Ya están aquí los fantasmas, siempre los mismos fantasmas, con sus mensajes fantasmas, vaya un tostón".

Besitos.

Tibergo
Tibergo dice:
30/12/2010 14:03

Claro que no paré, opté por atravesarle.
¡Los espectros tenemos nuestro orgullo. Oiga!

(PD.Gracias por su visita a mi fantasmal blog)

Ricardo Campo Perez
Ricardo Campo Perez dice:
30/12/2010 16:44

Como dicen los de "Muchachada nui", se me quedó el culo torcido de reíme, con perdón. Estupenda historia.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
30/12/2010 18:00

Gracias, Ricardo. Bienvenido.

Josep Carles Lainez
Josep Carles Lainez dice:
30/12/2010 22:17

No, claro que no se lo creen. Yo me he partido de risa leyendo a J.J., y pensaba que o era un ingenuo ingenuo (pero ingenuo de los de pata negra), o sus conocimientos generales de cultura eran más bien escasos y hacía el ridículo dos veces de cada tres, o estaba riéndose abiertamente de la gente. Su libro sobre Ummo es para flipar. Desternillante.
Por cierto, habrías de publicar tu diario. Esto del ciberespacio será muy ubicuo, pero donde estén los volúmenes...
Bss.

Josep Carles Lainez
Josep Carles Lainez dice:
30/12/2010 22:19

Ah, se me olvidaba.
Jiménez del Oso era un incrédulo total, un escéptico radicalísimo.
Bss plus.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
30/12/2010 22:26

Pues más delito tenía el señor del Oso. Y mucho morro de decir y escribir las cosas que decía y escribía. Aunque reconozco que cuando era pequeño me encantaba su programa. Todo escéptico ha sido creyente.
Si por diario te refieres a este blog, efectivamente, es un diario. Pero no para publicar. Lo he dicho muchas veces: aquí no hago literatura, sólo converso informalmente.
Abrazos y besos para ti y para Rosa.

Aixa
Aixa dice:
31/12/2010 01:00

Pero bueno, paso por aquí y me encuentro que habéis visitado mis dos ciudades... Una no se entera de nada, o está en las coordenadas equivocadas.
En fin, he leído lo de tu fantasmada... Admito que si me hubiera pasado a mi hubiese sido yo la asustada con cada una de los coches y con la oscuridad del lugar... Una, que no es muy valiente. Pero ha sido muy gracioso.

Espero que vaya muy bien, y feliz entrada de año (una adopta frases a modo de plantillas que se repiten en conversaciones, pero lo que digo lo digo de verdad, sino diría simplemente "adiós")

Pero adiós, tambien. :)

Un beso

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
31/12/2010 01:05

Aixa, hay que estar al loro. Un beso.

Rocio
Rocio dice:
17/01/2011 15:03

Ehhhhh, que yo soy la de la casa en medio de la nada, en medio de mi paraíso. A dos kilómetros de Islantilla, a cuatro de La Redondela, con energía solar y eólica, con módem USB y telefonía móvil. Cerca y lejos de todo. Seguro que poco tiempo después, cuando conociste la casa de Paco Laberinto, de día y con una copa de su magnífico vino, el lugar no te pareció tan inóspito. Que donde diste marcha atrás estaba a pocos metros de la casa de Paco. ¡¡Si yo te contara la de gente que pasea por estos lugares a la luz de la luna, destruyo tu leyenda!! Saludos y un abrazo a Eva.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
18/01/2011 00:26

Que va... Yo te aseguro que todo fue tal como lo he contado y la afluencia de público la que he dicho. Bien es cierto que era noche de tormenta, noche de terrorrrrr....
Por supuesto que es un paraíso, como todos los sitios no explotados.
Besos y abrazos para ti y para Luis y que se mejore.

Xavier Lligonya
Xavier Lligonya dice:
18/02/2011 04:55

Gracioso relato, José Luis. Tal vez nos animemos a contar en la revista "LUZ de la Costa" la versión que nos contó el hermano de la cuñada de un amigo de mi abuela que esa noche precisamente iba conduciendo su coche por la carretera de La Redondela en dirección a su casa cuando regresaba de su trabajo en Isla Cristina y que antes de llegar a una oscura y peligrosa curva se le apareció en la cuneta el temible "espectro negro de la curva". ;) Un cordial saludo.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
18/02/2011 16:57

Sí, Xavier, no dejéis de hacerlo. Yo mismo entrevisté más tarde al hermano de la cuñada del amigo de tu abuela y me confirmó la aparición mientras temblaba sin poder evitarlo.
Saludos cordiales.

Fabiette
Fabiette dice:
05/04/2012 19:27

Me acabo de quedar helado al leer tu artículo pues anoche mismo llegando a Isla Cristina de Sevilla nos vimos obligados a desviarnos dirección La Redondela pues la entrada de Isla estaba cortada por una procesión. Pocos minutos después y casi llegado a una de las curvas apareció de la casi la nada una extraña figura la cual coincide casi en su totalidad con la descripción que has indicado pero la chaqueta negra que portaba era más corta y estaba apoyado en un palo en su mano derecha. Seguimos el camino invadidos de un suspense aterrador que nos hacía que dificilmente girasemos la cabeza en busca de esa extraña figura y que no dejaramos de comentar el momento. Hoy casualmente lo busco en google y leo tu artículo, simplemente me he quedado estupefacto y algo aterrado.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
07/04/2012 23:24

Que no se entere Iker!