El caos de la escritura
Cada poeta tiene su particular manera de emborronar folios para llegar a la poesía. Los hay que escriben directamente en el ordenador; otros han de usar siempre servilletas u otros soportes efímeros, para así tener la sensación de que se limitan a tomar unos apuntes, y de este modo librarse de la presión de conseguir un poema nuevo. Por mi parte, desde hace tiempo siempre uso libretas de alambre con las páginas en blanco. Y los poemas surgen del caos de los tachones y de mi letra endiablada.
Por si alguien tiene curiosidad, he abierto al azar una de esas libretas y he escaneado parte de un borrador, en el que se aprecia claramente cuál es la herramienta principal del poeta (o al menos de este poeta): la tachadura. El borrador de ese poema en concreto se extiende a lo largo de páginas y más páginas. Sí, lo reconozco: soy un poeta poco ecologista.
(Pínchese en la imagen para ver más de cerca el despropósito).
Por si alguien tiene curiosidad, he abierto al azar una de esas libretas y he escaneado parte de un borrador, en el que se aprecia claramente cuál es la herramienta principal del poeta (o al menos de este poeta): la tachadura. El borrador de ese poema en concreto se extiende a lo largo de páginas y más páginas. Sí, lo reconozco: soy un poeta poco ecologista.
(Pínchese en la imagen para ver más de cerca el despropósito).
Y después de mil tachaduras, al ordenador, mecanografiarlo entero cambiándolo todo, imprimir, repasar tachando las letras de imprenta, flechas, más cambios, volverlo a escribir entero a mano, en limpio, volver a corregirlo con otro boli de otro color, llevarlo al ordenador, mecanografiarlo cambiándolo todo...
Es imposible ser ecológico, supongo. ;)