Diario del poeta recién cansado
Esta mañana Eva pequeña y yo nos fuimos al centro y pasamos por Cervantes y por el Búho Lector. Ella se compró "Las crónicas de Spiderwinck" y yo los últimos libros de Manuel Vilas ("Calor") y Jon Juaristi ("Viento sobre las lóbregas colinas"). En este último había una divertida pataleta contra García Martín, además de muchos otros meritorios poemas de circunstancias y unos pocos poemas impresionantes. Del de Vilas -uno de mis poetas favoritos- ya hablaré más adelante porque aún no lo he leído entero.
Entretanto, he releído algunos fragmentos que quería recordar de "Adiós a todo eso", de Robert Graves, he traducido un par de páginas de "Dulce jueves" (Steinbeck) y me he tomado unos cuantos vinos con Eva y mi Rakel, hablando de cosas que importan mucho, pero mucho. Ahora repaso blogs de amigos mientras saboreo un Ribera y las dos Evas se duermen juntas y yo escucho cosas variadas: Rufus Wainwright y La Mode, toma ya...
Qué aburrida es la vida de los poetas...! Fragmentos de memorias inéditas, para otro día...
Bichu, estaba yo pensando que nos podíamos tomar unas cañitas o unos vinos ya que no tengo el placer de conocer a tu hija, y ya aprovecho, que la paternidad no es cosa baladí. Te escribo porque yo también me he hecho más asidua al blog que a los teléfonos. Ya contarás qué tal los libros. Un besu, M. A.