Diario de Ponferrada
Hervás es un pueblo precioso, que conserva un barrio judío muy antiguo, con unas fachadas muy características, hechas de teja, y con tabernas increíbles. Calles con soportales, plazas recoletas y una atmósfera como de poema de Juan Manuel Bonet. Antes de cenar tomamos un vino en un bar y entablamos conversación con un hombre de barba blanca. Resultó ser el actor Miguel Nido, un hombre de teatro de toda la vida que, sin embargo, os sonará más por su papel en "Hospital Central", donde interpretaba al director del centro. Un caballero muy simpático, con muchas cosas que contar y al que seguramente volveremos a ver. Como adelanto del congreso templario, nos acercamos a ver las columnas templarias de Hervás, que sostienen un viejo edificio que llaman la Casa del Miedo. No vimos fantasmas.
No recordaba Ponferrada tan grande ni el castillo templario tan espectacular. Realmente es un corazón que late. Toda la ciudad respira en su torrente sanguíneo. Lo visitamos por la noche, acompañados de dos nuevos amigos, los escultores Isidoro Sáenz y Antonio Llopis, y estaba iluminado: irradiaba una especie de fulgor.
En la primera sesión del congreso, Fernando Sánchez Dragó exhibió su brillantez en una interesante divagación sobre el juego de la oca. Sí, no os riais. El juego es antiquísimo y es una representación de la vida, una especie de rito de iniciación cuajado de símbolos ocultos. Últimamente he jugado alguna vez con Evita. No sé si me atreveré a volver a hacerlo tan alegremente. Por lo demás, Dragó actuaba de Dragó y no pudo evitar dejarnos algunas perlas: hay que desmontar el estado de las autonomías e instaurar la república de Platón. Por su parte, Javier Sierra estuvo muy moderado y se ciñó a aspectos históricos del Temple, sin las hipótesis absurdas que ha formulado en otros espacios (como la increíble teoría de una presencia precolombina de los templarios en América). Me gustó su tono y fue muy interesante.
¿Y qué hacíamos nosotros en un congreso sobre literatura templaria en el que no teníamos ponencia? Pues simplemente que nos interesaba el tema, solicitamos una beca de asistencia y nos la concedieron. Además, era una estupenda ocasión para reencontrarnos con Josep Carles Laínez, que sí tenía ponencia, y Rosa María Rodríguez Magda. Con ellos recorrimos la parte antigua de Ponferrada al día siguiente, visitando el Museo de El Bierzo y charlando de todo lo charlable. Luego comimos con varios congresistas, incluyendo al director del congreso, Antonio Ruiz Vega, que resultó ser, como yo, riperólogo. Sólo que él es un verdadero experto e incluso ha publicado un libro sobre el tema. Creo que nos dejamos llevar por el entusiasmo y les dimos la comida con una conversación de iniciados que los demás, evidentemente, no podían seguir.
José Luis Corral habló esa noche inteligentemente de los templarios pero, sobre todo, de los errores que cometen los aficionados cuando dejan de respetar el dato puro y duro. Corral es novelista e historiador y no todos los que son lo primero son también lo segundo. Laínez parecía estar rebatiendo a Javier Sierra: examinó las supuestas pruebas de la presencia templaria en América y las combatió con datos e inteligencia. Se extendió mucho pero fue ameno, lo que le absuelve. Sólo al final se dejó llevar un poco por su corazoncito al referirse a los nefitas. Laínez profesa la fe mormona.
En la cena trabamos amistad con un leonés encantador, con el que pronto descubrimos afinidades. Es un gran aficionado a la poesía y ha organizado durante años el ciclo "Poesía para Vencejos", donde han leído unos cuantos amigos míos. Al final, resultó que Felipe (no recuerdo su apellido, lo lamento) había incluso asistido a una lectura mía, hace años, sin que él me recordara ni yo a él. Maravillosos encuentros fortuitos.
Nos despedimos de Ponferrada tras la conferencia de Enrique de Vicente. Hasta ese momento, el congreso había discurrido por cauces racionales. De Vicente, un clásico del periodismo paracientífico, nos brindó una ensalada de erudición mal digerida en donde el esoterismo impregnaba todo, resultando que el idioma inglés debe su desarrollo a la cábala, Dante era poco menos que un caballero templario de tapadillo (sic) y las sociedades secretas gobiernan el mundo. Un broche algo estrafalario que compensamos comiendo bien.
Es lo que pasa cuando se trae a magufos a hablar de temas serios. La noche anterior, en el hotel, una pareja que asistía al congreso se acercó a hablar con nosotros y él nos contó que estaban ansiosos por enseñarle a "Don Vicente" una foto que habían sacado hacía poco en una iglesia. Cuando la hicieron no había nadie pero al revelarla (o verla en el ordenador, que no me enteré bien) se dieron cuenta de que había alguien más: dos figuras oscuras, alargadas y difusas, como si fueran dos monjes. No me atreví a recomendarles que se la enviaran a Iker Jiménez, donde la apreciarían como se merece.
A la vuelta, entre la nieve y la niebla, hubiéramos querido parar un rato en Astorga, a respirar el aire del mito, la atmósfera paneriana que he respirado días atrás leyendo "Los últimos días de Michi Panero", de Miguel Barrero, pero no hubo ocasión. La habrá más adelante.
Ya en Oviedo, sólo puedo dedicar tiempo a la traducción que tengo que entregar YA. Disculpadme, mes amis, si no quedo con nadie. Me duele teneros a algunos tan cerca y no tomar un vino juntos. Pero también para eso habrá más ocasiones.
Suena mui interesante,tuvo que ser cuando menos peculiar la esperiencia. Hai una cosa que me rincha un pocoñín, cuando fales de José Luis Corral (al que nun conozco y nun sé hasta qué grau llega la so creyencia) y el mormonismu: suena raru que per un llau combata con "datos e inteligencia" la presencia templaria precolombina, y per otru les sos creyencies relixioses nun-y faigan replantegase qu'una tribu xudía del sieglu VI a.C llegara hasta América.... En fin, una de eses estrañes contradiciones que siempre me llamen l'atención nel pensamientu relixiosu de delles persones a les que per otru llau reconozco un sentíu común envidiable. Delles veces prestaríame poder cayer nestes contradiciones (y non neses otres mil muncho más prosaiques nes que caigo tolos díes): la Fe debe ser tan reconfortante.
Un abrazu!