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Con Carlos

Charlar con personas inteligentes y cordiales siempre es un placer. Y si además han escrito algunos de tus poemas favoritos ya no digo nada. Comimos (y cenamos) con Carlos Marzal y hablamos de amigos, de literatura y de todo un poco. No nos veíamos desde que leímos juntos en Francia el año pasado, y nos pusimos al día. Por la tarde leyó sus poemas en una sala llena y hubo ocasión para unas copas en el 1900. Carlos lee muy bien pero la poesía en general -y sus poemas en particular- no son para ser oídos sino para ir a buscarlos directamente a la página. Es una búsqueda que os recomiendo vivamente.
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Antonio Gonzalez
Antonio Gonzalez dice:
18/04/2009 22:23

A principios de 2007 escribí un comentario de un poema de Marzal -un comentario parecido quizá, seguro que igual de ignorante, que otro que hice, en mayo de 2008, de un poema tuyo. Pensaba que el de Marzal lo había colgado también en mi blog, pero ahora sólo lo encuentro en el archivo, no en el blog. Me atrevo a copiarlo aquí por si te merece la pena su lectura, ya que es bien breve:

Lugar rupestre (19-01-07)

El corazón perplejo es el título en el que Carlos Marzal recopiló los cinco libros de poemas que llevaba publicados (Ed. Tusquets, 2005). Cuando yo lo leí, el año pasado, seguí el consejo del autor ("Dejo la prudente y necesaria labor de antólogo a cada lector, y, sobre todo, al necesario, prudente e implacable lector del tiempo") y fui poniendo una señal a los poemas que más me gustaban, haciendo mi antología personal del amplio poemario.
El último día del primer trimestre llevé a mis alumnos de 2ª de Bachillerato el titulado "El corredor absorto", de Metales pesados, y lo estuvimos comentando. En no pocas ocasiones he vivido situaciones y arrobos similares corriendo por los montes a cuyo pie se extiende mi pueblo, algo más alejado del mar que el de Marzal. Hoy, porque es viernes y haraganeo mientras sesteo, vuelvo a su grueso libro de poemas, leo algunos preciosos, y copio aquí uno en que canta un acto de amor; de amor físico y a la vez ritual, territual, acuático y "rupestre". Tan físico como la roca y tan total como para llegar al aniquilamiento, como queda escrito en su último verso. El poema es un soneto sin rima, perfecto en la medida:


LUGAR RUPESTRE

Con la sed más anciana, arrodillado,
para encontrarle el cauce al agua tuya,
me he bañado de ti, linfa radiante;
me he prosternado en ti, nunca más joven.
En la gruta que parte en dos tu cuerpo,
me he marchado por fin de mis orillas,
me he sumido en tus labios, con mis labios.
Mi saliva te hablaba sin idiomas.
Con la humedad sagrada he dibujado,
en la pared de sedas de tu sima.
En resina salobre del deseo,
he dispuesto una rosa, y la he mordido.
Eché a volar un ave, y la he matado.
Un hombre había en pie, y ahora no hay nada.


Pero el poeta ha preferido demorarse, multiplicar las pausas, prolongar el rito, el placer y la entrega; y lo ha escrito como sigue:


LUGAR RUPESTRE

Con la sed más anciana,
arrodillado,
para encontrarle el cauce al agua tuya,
me he bañado de ti,
linfa radiante;
me he prosternado en ti,
nunca más joven.
En la gruta que parte en dos tu cuerpo,
me he marchado por fin de mis orillas,
me he sumido en tus labios,
con mis labios.
Mi saliva te hablaba sin idiomas.
Con la humedad sagrada
he dibujado,
en la pared de sedas de tu sima.
En resina salobre del deseo,
he dispuesto una rosa,
y la he mordido.
Eché a volar un ave,
y la he matado.
Un hombre había en pie,
y ahora no hay nada.

Jose Luis Piquero
Jose Luis Piquero dice:
18/04/2009 23:47

Antonio, muy pertinente tu comentario. Muchas gracias y ahí quedan los poemas. Un saludo cordial.