SOSIEGO (agosto, 1997)
He mirado la infinita duna vegetal de Poniente
buscando con mis ojos,
nimbados de amistad,
la razón de mi ser,
y han reposado en la gama de los verdes;
He oído, sobre el fondo gualdo de las cuerdas,
el aria del aire arrullar
el descenso de las hojas
que dormirán en su propio lecho;
He contemplado
ciudades, aldeas y villas
como lavas de volcán esparcidas en laderas,
cales bajo tejas, cobijar humanas vidas
con sus armonías;
Me ha conmovido hasta el temblor
la audición del coro final bajo los grises,
todos, del celaje que recortan las arboledas;
Han sido como las suaves almohadas del oratorio
para serenar mi ánimo.
buscando con mis ojos,
nimbados de amistad,
la razón de mi ser,
y han reposado en la gama de los verdes;
He oído, sobre el fondo gualdo de las cuerdas,
el aria del aire arrullar
el descenso de las hojas
que dormirán en su propio lecho;
He contemplado
ciudades, aldeas y villas
como lavas de volcán esparcidas en laderas,
cales bajo tejas, cobijar humanas vidas
con sus armonías;
Me ha conmovido hasta el temblor
la audición del coro final bajo los grises,
todos, del celaje que recortan las arboledas;
Han sido como las suaves almohadas del oratorio
para serenar mi ánimo.