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EL DOS

Entre el uno y el tres se mueve este sinuoso y curvilíneo número, que tantas veces ha representado a los patos. Me gusta. Y yo debo de gustarle a él porque el otro día me abordó y no me soltó hasta que me dormí, supongo que por influencia de algún sortilegio invisible. Intento explicarme:

Era el martes, once. Fijaos: el martes es el 2º día de la semana, el martes once, es el 2º martes de agosto, el número 11, si sumamos sus dígitos, nos da 2.

Tocaba sesión veraniega de los Invisibles, y la dicha se desarrolló en dos tiempos: por la mañana, de modo casual, un invisible y una invisible - dos- coincidieron en un autobús de la línea 2 y hablaron de un par de cosas (dos cosas), y por la tarde, tiempo, sólo dos invisibles acudieron a la cita de los martes, y estuvieron de palique dos horas. Echaron de menos a dos personas, hicieron dos consumiciones y se contaron dos chistes. Juntos, los dos, hicieron el recorrido de vuelta.

¿Qué pudo producir este dominio del dos sobre mi vida tal día?

He investigado un poco y un brujete, amante de los números (no sé si de los deuteronomios también) que conozco de algo, me ha dicho que el número dos es:

Signo de la empatía, cooperación, adaptabilidad, consideración hacia los demás, supersensibilidad hacia las necesidades de los demás. Símbolo del equilibrio, la unión y la receptividad.

Es buen socio, compañero o pareja; también hace un magnífico papel como arbitro o mediador: Es modesto, sincero, influenciable espiritualmente y buen diplomático.

Es el número de los artistas y personas con sensibilidad y tendencias románticas.

En el trabajo son buenos compañeros y pacientes, tienen buenas ideas para trabajar en equipo y no son proclives a llevar ellos mismos la iniciativa o acaparar el protagonismo.

En el lado negativo son tímidos, pueden "ahogarse" en los detalles, generar algunos miedos y caer en depresión.

Si encuentran la pareja adecuada pueden vivir y hacer vivir una gran historia de amor romántico durante muchos años.

No me quejaré, pues, que ir acompañado del dos durante un día parece agradable, aunque me queda un cierto toque de incertidumbre, porque en la tierra de donde procedo hay un pueblo al que aquí llamaré LA CALÁ, que se caracteriza, entre otras muchísimas cosas loables, porque sus cerdos, puercos, marranos, cochinos o como se les quiera llamar son muy tercos -atestados, se dice por allí-, tanto que es célebre el dicho:

"Eres más atestado que los marranos de La Calá, que eran dos y los dos querían ir en medio".

El próximo martes, 3º de agosto, ¿me acompañará el tres?


archivado en:
Manolo Rubiales
Manolo Rubiales dice:
17/08/2009 01:56

Uyyyyyyyssss, Manué, Manué, te veo inmerso en la cábala doméstica. Siempre dije que tenías pinta de hombre sabio, je, je, je...
Un abrazote