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Sobre el deseo
Alguien me dijo una vez que el deseo no había que esperarlo como sí fuera a venir infaliblemente, que tampoco desesperara como sí no hubiera de venir nunca. Que necesitaría el deseo sí tenía displicencia de no tenerlo, pero cuando no sintiera la inapetencia por su ausencia, entonces, ya no lo necesitaría. Me dijo un día, que sí al despertarme la ansiedad seguía atenazándome, tratara de leer en el techo que el deseo no se crea ni se destruye, sólo cambia de apariencia, sólo cambia de nombre.
Es cierto, el deseo es algo visceral, animal, biológico... Cuando van pasando los años, los deseos que nos atenazan son otros, afortunadamente. Sobre el deseo han hablado muchas peronas, hoy lo haces tú y también yo, pero pongamos otros ejemplos:
-El deseo vence al miedo, atropella inconvenientes y allana dificultades (Mateo Alemán).
-Y cuando esté el deseo cumplido, ¿qué quedará después? (Azorín).
-No es bueno que todo suceda como deseamos (Boussuet).
-Por lo general las personas creen fácilmente en lo que desean (Julio César).
-La posesión es el sepulcro del deseo (De Bugni).
-El deseo y la felicidad no pueden vivir juntos (Epícteto).
-Nuestro deseo desprecia y abandona lo que tenemos para correr detrás de lo que no tenemos (Montaigne).
Y dicho esto que decían los tales, ¿cómo sentirse vivo sin desear lo que no tenemos? Pienso que el desear es una forma de aspiración tan legítima y humana que es consustancial a nosotros mismos como seres vivos.
Me apunto de por vida a seguir deseando aquello que me llena la vida de fantasías, de imposibles, de utopías... Así es como se ha realizado el camino de la humanidad, corriendo en pos del deseo...
Un abrazo, Victoria.