NADIE/NADA
Nadie nos advirtió del peligro que corríamos
La primera vez que nuestros labios se pronunciaron,
De la eterna sed que provocaría un solo beso
En la morada de un tiempo entretejido de escarchas.
De haberlo sabido, nada habríamos evitado.
Nadie nos avisó de que se enredarían nuestros cuerpos
En el primer abrazo por una atracción sin piedad,
Agarrándonos del pelo, levantándonos del suelo,
Triunfantes y vencidos contra las garras del deseo.
Nada habríamos evitado de haberlo sabido.
¡Qué dulce condena...! No hay amnistía para los delitos de amor, se quedan en nuestras celdas para siempre, si acaso, y en contadas ocasiones, podemos dar un tiempo de libertad condicional, pero ya se sabe que en el beso alargado siempre seremos reincidentes.