La estranguladora del hogar
-Tenemos una emergencia en el AZCA, paseo de la Castellana, planta 52, 13 derecha, 8 C-
-Describa exactamente el suceso con frases breves y concisas al oír la señal-
-Hemos perdido la conexión con la vivienda hace 3,58 segundos-
-Activación sistema de seguridad. Sistema de fluorescencia en marcha. Operación "Respingo tapadera" activo. Purga de archivos.
Fui demasiado lejos, lo confieso. Me encontré envuelta en una red de la que no podía salir, ni siquiera advertía que estaba dentro. Era tan agradable al principio. La sola idea de poseer esas cosas, eran como exquisitos juguetes con los que divertirse un poco en esta vida tan aburrida, me volvía loca, era maravilloso.
Me impuse al poco tiempo en la vanguardia de los billones de afortunados que llevan una vida práctica y cómoda. Una vida de esas, con unas conveniencias que la hacen parecer tentadoramente convenientes. Mi casa se convirtió en una de esas casas que te lo hacen todo, que te lo dicen todo y por supuesto, que coordina tus necesidades y asesora tu bienestar físico, psíquico y social. Mi casa habla, canta, me enseña idiomas, me hace la compra doméstica y la de vestimenta, complementos y accesorios. Fíjate, que hasta me receta medicamentos. El frigorífico me tiene a dietas por aquello de prevenir el colesterol y la azúcar porque dice que, por los kilillos que me sobran no es, que a mí me sientan muy bien. El pavimento tiene unas placas sensoriales que me informan al pisarlo de la suciedad de mis zapatos, del grado de humedad del suelo y de sus necesidades de aseo. Mi televisión se activa y elije la programación y el horario en función de mis gustos personales y del estado de ansiedad, sueño o divertimento que mis constantes vitales detallen en cada momento. Eso sí, me ofrece la posibilidad de desestimar dos espacios televisivos al día. La lavadora lava la ropa según su previo análisis de lo que debo ponerme ese día en concreto. También esta tiene integrada una solicitud que puedo rellenar antes de cada lavado, proponiendo algunos cambios que precise o me apetezcan de última hora. Ella estudia dicha solicitud y me manda respuesta en un segundo. Del sistema eléctrico y de los rayos láseres, del sistema de calefacción y de acondicionamiento digital, del sonido ambiental inalámbrico y de los robots: cocinero, animador cultura, deportivo y consolador sexual ni lo cuento. Y esto son solo pequeños ejemplos de cómo es mi casa.
Pues el caso es, qué de todo se harta una en esta vida. Cualquier persona en su sano juicio lo hará, sin lugar a dudas, con el tiempo, nosotros no viviremos para contarlo, pero llegará ese momento. Empecé poco a poco a caer en la cuenta de que a mí, desde pequeña me horrorizaban los aparatos, los que a la semana siguiente de reyes magos dejaban de funcionar por las pilas o las baterías, ya no volvía a utilizarlos. Entonces los destrozaba, los martilleaba, los agujereaba, descuartizaba las muñecas parlanchinas, lloronas y andarinas.
Con la excusa de pasar el día ojeando en unos grandes almacenes de últimos avances tecnológicos, pedí permiso a la casa. Regresé a eso de las nueve de la noche aprovechando el minuto de recarga y restablecimiento del ordenador central. Entré con los pies llenos de barro y mi ropa ajada y llena de lamparones, comiéndome un bocadillo de bombones rellenos de licor y armada hasta en los dientes de artillería de fabricación casera. Primero lancé un chorro a gran presión de agua hirviendo sobre el frigorífico, Tendí la televisión en el suelo y con mis tacones altos de aguja, hice un zapateo a lo Joaquín Cortés hasta que el plasma se quedó seco. Cuando me vio la lavadora con semejante aspecto, se puso verde; le metí en el tambor una alfombra que dice en su etiqueta "No lavar a máquina, se deshila en su totalidad", se atragantó, se asfixió y se apagó su lenta agonía.
-No siga usted. Es suficiente, Muchas gracias.
-Acompáñeme señora.
-Sigan las instrucciones del proyecto "Ardillas que chillan en su jaula".
-(Aparte) Esta es otra pardilla de las llamadas antiguamente "inteligentes". Son basura. ¡Hay que eliminarlos, a todos!
Me ha recordado aquella peli de J. Tatí, titulada "Mi tío", que no sé si habrás visto (te la recomiendo vivamente). Por tanto, es que me ha gustado, por la crítica a este mundo estupidizado por tanta tecnología, la mayor parte de las veces inútil.
¡Con lo que se disfruta majando un gazpacho en el mortero!
Gí¼en verano, doña Victoria.