FíSICA
Necesitaba tiempo. Estuve a punto de decírtelo: que necesitaba tiempo, un margen para comprender lo que me estaba ocurriendo, un proceso metódico, regular, asociado a la progresión de mi conocimiento, que la irresoluble cadena de preguntas exactas que me estaba formulando obtuvieran antes el mismo número exacto de respuestas, que sus mismas causas produjeran siempre los mismos efectos. Así, al menos, podría hallarme en óptimas condiciones de aventurar una mínima parte de la enorme magnitud de este estado.
Estaba cansada, muy cansada. Necesitaba tiempo para aceptar lo que se me venía encima a velocidad de vértigo, de permiso para asociar los recuerdos de antiguas alcobas con las nuevas expectativas, de un método humanamente científico que controlara mis indisciplinados impulsos. Precisaba formular nuevas hipótesis, estudiar sus posibles deficiencias, prever los efectos secundarios, saber qué hacer con las secuelas que quedarían y cómo disminuir los daños colaterales.
Yo soy así y estuve a punto de decírtelo, que debería antes establecer un orden en la asumible escala de la verosimilitud, que tendría que redefinir también el concepto de verosimilitud para lo que, empezaría, en primer lugar, por la obligación de redefinirme, de redefinirte. Que necesitaba descansar en la predecibilidad, sentir que un orden infinito cubría mis pequeñas espaldas y que, en el peor de los casos, estuviera previsto que el caos cumpliría con su perpetua obligación de generar el caos. Entonces necesitaba saber quién era yo, lo que era y qué significaba. Qué significaban estos ataques violentos del corazón bombardeándome hacia la boca.
Estaba muy cansada y venías llegando, escuché tu voz, me miraron tus ojos y la misteriosa lógica del caos se me escapó, la verosimilitud se desmoronó, hubo tiempo y todo el tiempo fuiste tú. Todo se hizo impredecible. Estuve a punto de decírtelo, solo así podría haber descansado. Mañana debo volver a pensarlo.
Mañana...
Y mientras, volver al vaivén al que el corazón nos aboca. Volver al seismo de la pasión. Volver a la sensillez de lo que somos, y mecernos...Al menos, hasta mañana.
Besos