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Yo no vengo a decir un discurso, de Gabriel García Márquez

Botellas al mar




Yo no vengo a decir un discurso

Gabriel García Márquez

Mondadori, 2010

Había ganas de volver a leer a Gabriel García Márquez. Sus libros son siempre interesantes, incluso los menos afortunados. Yo no vengo a decir un discurso (Mondadori, 2010), podría parecer uno de estos. No es una novela. Es una selección de discursos. El primero, que leyó con dieciséis años y contiene el título del libro, augura lo peor: una colección de textos anecdóticos. Pero seguimos leyendo y el tono es diferente, especialmente a partir del quinto texto: el discurso que leyó cuando recogió el Nobel de Literatura en 1982, una obra maestra. "La soledad de América Latina" ofrece en pocas páginas el motivo por el que el continente fascinó tanto a los europeos desde siempre. Es la mejor explicación del mejor realismo mágico. Una tierra que no ha ido sino agrandando ese abismo con Europa. Y el autor pide al mundo que permita a América vivir sus sueños e ir ganando sus conquistas. Todo lector de García Márquez debería conocerlo y esta es una buena oportunidad, porque a partir de aquí no se trata de discursos coyunturales, sino de joyas que explican una visión del mundo.
Los temas son variados: la poesía que alguien define como la única prueba concreta de la existencia del hombre, la desigualdad, el arte actual, sus amigos (Mutis, Cortázar) o el ejército como aliado del poder. Son muchos los temas que aborda en textos brillantes.
En "Periodismo: el mejor oficio del mundo", habla del oficio que ejerció durante muchos años. Habla también de los docentes, del sistema actual de la docencia, que impone lecturas obligatorias y abusa del fragmentarismo en los textos que ofrece a sus alumnos. Del uso de la grabadora, él concluye que la voz de la verdad no es tanto la del periodista, como la de su entrevistado. Y, claro, él prefiere el periodismo de autor.
Mi texto favorito es "Botella al mar para el dios de las palabras", origen de la polémica que suscitó su afirmación: Jubilemos la ortografía. El tema es simplificar la gramática para que unifiquemos la lengua en los países de habla hispana.
Siempre la belleza, pero la belleza útil. Siempre a contracorriente, aunque sea el autor vivo más popular y leído del planeta. Si no han leído Cien años de soledad o, mi favorita, El amor en los tiempos del cólera, no pierdan el tiempo y vayan a leerlos. Si ya los conocen y los han disfrutado, lean Yo no vengo a decir un discurso. El debate está abierto. No se arrepentirán.

Publicada en El Correo de Andalucía

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giisel
giisel dice:
09/04/2012 01:26

este ibro es muy bueno y gracias por el resumen me sirvio mucho